martes, 18 de febrero de 2020

Por un campo vivo

El día ha sido intenso en Villamartín. No pateaba tanto una carretera desde hace tiempo. Y hacerlo entre la cooperativa y el polígono industrial, ya fuera entre tractores o entre esos camperos con arte con los que ir hablando de sus cosas, una delicia.

El urbanita necesita conversar con Sebastián, olivarero de Setenil más del campo que un terrón; con la dicharachera Nieves, que tiene una parcelita con algodón en Arcos, o con Alfonso, agricultor jerezano de otra pasta. Diversos pero pegados todos a la tierra.

Por un campo vivo, lema en la pancarta de cabecera de la movilización que he estado contando en Cadena, es la evidencia de una preocupación lógica: si dentro de un tiempo sigue con vida pese a los bajos precios a la producción igual es de puro milagro.

Y luego están los aranceles del puñetero Trump, el Brexit y sus mil incertidumbres, el veto ruso, los precios en estanterías que escandalizan a los camperos cuando ven en los supermercados cómo venden lo que a ellos les pagan con dos gordas...

Es gente que merece mucho mucho mucho la pena. Es una actividad que no podemos ningunear. Y si Asaja, Coag, Upa o los cooperativistas se unen en estos difíciles momentos, qué hacen los políticos tirándose los trastos a la cabeza a su costa?

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