
Tenemos olvidado el mundo de los olores. Salvo que pretendamos camuflar los nuestros naturales con perfumes, ambientadores o demás aditamentos uniformadores de nuestra realidad. Y eso es una lástima. Por eso agradezco esta invasión puntual camino del bazar. Por ello, también, me alegra la convocatoria de una exposición de la que tengo noticias: 'Por narices, esencias y fragancias naturales'. Lástima que haya que ir a Vejer de la Frontera a disfrutarla. Si se animan pueden acudir, hasta el 31 de agosto, al antiguo Convento de la Concepción. La entrada es gratuita. No se la pierdan.
A mí me queda, y a ustedes también, la calle Doña Blanca. Y, seguramente, alguna otra. Basta con prestarse a la sorpresa olfativa. Y, eso sí, no tener remilgos. Huela a lo que huela. Algunas veces, por desgracia, es a chamusquina a lo que huele. Pero esa es otra historia.
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