domingo, 9 de agosto de 2009

Horquilla en la gloria


Nunca tuve gran cercanía con Manolo Navarrete. Pero él siempre fue amistoso en los encuentros en los que coincidíamos, casi siempre en San Juan de Letrán. Nunca tuvimos confianza pero, a decir verdad, tampoco hace falta mucho más para detectar cuán cabal es una persona. Y en éste teníamos, lo sé, un buen hombre, un cofrade ejemplar.
Es curioso porque escribo esta columna a un par de horas de que reciba la Potencia para un Cofrade Ejemplar, que así se llama el galardón de la Hermandad de la Viga, otro de éstos: José Andrades. Recuerdo que, en la entrevista que le publicábamos en estas páginas hace siete días yo le preguntaba a quién recomendaría para este reconocimiento. Me decía que en todas las cofradías hay alguien.
Navarrete era uno de ellos. Seguro que, coincidiendo además esta entrega con su muerte, en la Viga están pensando que es un candidato que se ha ido sin el galardón. Pero para él ya lo era ser cuadrillero de la Virgen del Traspaso. Ahí sí que se hacía más difícil sucederlo. Afortunadamente era Joaquín Perea quien venía detrás. Con qué tacto fue apoyándole hasta que hubo de tomar el relevo.
Ahora ya no está. Pero aquí quedan tantos cargadores que, en esa etapa al frente de 'Juanillo', aprendieron jovencillos aún cómo se coge una horquilla, cómo se mete el hombro, cómo se empuja hacia arriba, cómo se aguanta el peso, cómo se siente a Jesús y María mientras son mostrados por las calles de Jerez. Otra horquilla de Letrán llega al cielo, una más generada en el Nazareno. Aunque no una cualquiera.

(La Voz, 09-08-09)

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