domingo, 12 de julio de 2009

Festejado en el recuerdo de tiempos mejores


Aquella España de los entrañables años cincuenta ya se preparaba, y ello pese a que los efectos de la postguerra se hacían aún tan presentes en las calles de la ciudad, para el incremento en número de los automóviles que recorrerían nuestras vías públicas. Eran vísperas de ese boom que propondría la siguiente década -los sesenta- y que, ya en 1957, vería abierto el horizonte a nuevos conductores con la aparición del Seat 600.
Ese mismo año de la puesta de largo del popular ‘seita’, una imagen del conocido imaginero sevillano Sebastián Santos se convertía en Madre de Dios de las Misericordias. Por aquellas fechas comenzaba a dar pasos la naciente Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Consuelo en el Desprecio de Herodes, creada por gente del volante reunida en cofradía gremial, que llevaba tres años saliendo en Semana Santa y que la recibía con gozo como titular mariana.
La Reina del Transporte, como pronto se dio a conocer la morena dolorosa de La Merced, bendeciría a aquellos fundadores de la Hermandad y también a los profesionales conductores a los que representaban en la órbita cofrade. Sería, sin embargo, San Cristóbal Mártir, tercer titular con imagen cedida cada 10 de julio, aquél cuya bendición se buscaba para la ocasión.
Referencias fotográficas y documentales tiene la Hermandad del Transporte de aquellas primeras celebraciones del día de San Cristóbal de los años 55, 56 o 57 que anteanoche tuvieron continuidad, con trazas bien distintas, en la Basílica de la Merced. Este año se abandonó la celebración de la Santa Misa en el patio de la casa de hermandad y, junto a la imposición del Volante de Oro, llegaron ante la Patrona de la Ciudad.
Ésa era la novedad de este año, en el que el galardón que reconoce labores en el mundo del transporte de unos años acá recaía en el director de Movilidad del Ayuntamiento de Jerez, Manuel María Jiménez Rodríguez, casualmente cofrade con cualificada trayectoria en su Hermandad del Nazareno, de la que fue hermano mayor y de la que sigue siendo cuadrillero del paso de Jesús.
Muchos cofrades del Nazareno se sumaron, justamente, a los del Transporte mientras los más antiguos del lugar recordaban, en esta primera celebración de la etapa de Fernando Virués de Segovia como hermano mayor, aquellas otras ediciones. Aquél a quien sucedió, Francisco González Hernández, fue quien recuperó el tono actual de la celebración de San Cristóbal. Y no dudó en intentarlo con las trazas de los orígenes.
Atrás quedan aquellas bendiciones de coches que tanto llamaban la atención en los años 50. González lo procuró de nuevo a mediados de los 90 pero los tiempos eran otros. Aún así, julios más recientes vieron la caravana de camiones, grúas o coches en general que, desde La Merced, buscaba Porvera, Larga (antes de la peatonilización) y Honda para terminar en el González Hontoria.
No llegó muy lejos esa recuperación pero no olvida Jerez aquella otra década en la que las filas se llenaban de Seat 1.400, Renault 4-4, Citroën 11 B o Biscouter acompañados por los primeros autobuses urbanos o los vehículos del Ejército. El periódico Ayer anunciaba, en 1955, la convocatoria, por parte de la Hermandad de San Cristóbal (que así la llama) de un concurso de coches.
Un jurado «formado entre el gremio jerezano del automóvil» tenía que adjudicar dos premios destinados, el primero, al «turismo de finas líneas y de mejor presentación» y, el segundo, al «turismo o camión más antiguo que figure en el desfile y que ruede por sus propios medios mecánicos». Juan de la Chica era entrevistado por el recordado diario.
Al año siguiente se estrenaría una reliquia del Patrón donada por Pío XII. La calle Porvera era el marco para esta bendición que contaba con una organización exquisita según los testimonios. Tendría lugar por la mañana, tras misa en La Merced y, asegura la prensa a posteriori, que cosechando una gran brillantez. Los premios recayeron, ese año, en los conductores Manuel Monroy y José Valle.
El Ayer ya hablaba de 600 hermanos en el censo de la cofradía que encabezaba Juan González Álvarez como hermano mayor a mediados de los 50. Su hijo es el hermano mayor que, cuarenta años después, intentó recuperar aquel festivo tono callejero de la jornada de San Cristóbal recién dejada atrás con gran solemnidad pese a que los ecos del pasado ponen el listón muy alto. El equipo de Virués de Segovia, con todo, ya está también manos a la obra.
(La Voz, 12-07-09)

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