Llegó el mes de julio con un primer turno de vacaciones veraniegas para aquellos a quienes ya corresponda o, cuanto menos, con la convicción de que está más cerca, afortunadamente, el momento de disfrutarlas. Y lo hace con la promesa de unos cofrades que, salvo excepciones más o menos honrosas, prometen no olvidarse del todo de los problemas y las ilusiones de sus respectivas hermandades.
Para más inri, menudean, entre los conocidos cofrades consultados a tal efecto, las previsiones de presencia en las playas cercanas por encima de los grandes viajes que ayudasen más, quizá, a la desconexión más efectiva de las cosas cotidianas. Con Jerez, por tanto, tan cerquita, ya hay quien se organiza para no dejar de aparecer por las casas de hermandad o templos que acogen a sus respectivos titulares.
Sea dependencia a su cofradierismo personal o efecto de una crisis que no termine de permitir alegrías mayores, lo cierto es que las cosas ya apuntan a unas playas que comienzan a llenarse de las inquietudes de quienes apenas si se han distanciado de sus casas de hermandad. Además, ya se ocuparán de buscarse para que no falten las tertulias en torno a imágenes, pasos, bordados y bandas sobre las doradas arenas de nuestra costa.
Y para comenzar desde arriba, es el propio delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, el conocido José Joaquín Perea Montilla, quien anuncia que su despacho de la entreplanta de Bertemati apenas si cerrará por vacaciones. «Quitando la semana que me iré de viaje (lo tiene previsto para la segunda quincena de julio con destino a Navarra y al País Vasco) seguiré yendo a la Delegación» asegura.
Con todo, «me gusta hacer siempre un viaje y aquí en Jerez aprovecho para ir a la piscina del Club Nazaret», dice Perea. También apunta a esos pequeños placeres que han podido tener menos tiempo para ser atendidos: «Leo lo que no me ha dado tiempo durante el año». Pero no tarda demasiado en reconocerlo: «Acudo a mi Hermandad, claro, a los Veranos Nazarenos y termino el verano en la celebración, el primer fin de semana de septiembre, de la Virgen del Consuelo».
Pero no siempre, con perdón, tira la cabra hacia el monte: el cofrade de la Amargura y reconocido pregonero Enrique Víctor de Mora y Quirós entiende que éstas son fechas para «dejar reposar la condición cofrade, leer, hacer footing y natación y dedicarme a la Iglesia doméstica» como llama a la familia. Y la actitud es tan firme que «me prohibo a mí mismo escribir pregones ni nada en verano». En este tiempo se le suele ver en bañador por El Ancla, en El Puerto de Santa María, y los viajes los deja siempre para la fecha de su aniversario de bodas, el 12 de octubre.
Tampoco Santiago Zurita Irigoyen, cofrade de Los Judíos de la que fue hermano mayor, se priva: «Me voy a Cádiz pero viniendo los domingos por la tarde para estar en la misa de hermandad de los lunes, y el martes me vuelvo; además tenemos en marcha la Plataforma de San Mateo, este martes voy a Sevilla y espero dar una batida en septiembre». Suma y sigue: «Y en Jerez me baño en la piscina de Chapín, ya que ahora tienen cerrado la José Laguillo».
Hace viajes excepcionales: Praga y Budapest en 2007, Polonia en 2008 o Estambul, que será su destino en octubre próximo, son algunos ejemplos recientes. Es rotundo, sin embargo, a la hora de hacer una precisión: «Pero no los hago nunca en verano -asegura- porque, gracias a Dios, no me hace falta ya que estoy jubilado».
Manuel Muñoz Natera, el presidente de la Unión de Hermandades también asegura que se quedará cerca de Jerez, entre otras cosas para atender el próximo pleno de hermanos mayores dedicado a las cuentas. «Cogeré las vacaciones en agosto y me iré a la playa» dice señalando las de Conil y Zahara de los Atunes como destino.
Precisamente entre los hermanos mayores es fácil encontrar secuelas de un apego a la cofradía que, seguramente, sufran las respectivas familias. Francisco José Mancilla, de Las Angustias, alega el proceso de restauración de sus imágenes («los contactos con Paco Bazán, el restaurador, son permenentes») y el de renovación de la junta de gobierno como argumentos que justificarán la falta de desconexión.
Gabriel Mateos Benítez, hermano mayor de Amor y Sacrificio, tendrá tiempo, no obstante, para atender a las actividades de sus hijas en julio, para ir en agosto a la localidad jiennense de Huelma y para estar, también, en la finca familiar.
Otros dos, David Calvo Romero (Candelaria) y Raúl Castaño (Nazareno), están pendientes de respectivos ciclos veraniegos con aspiración a perpetuar la actividad en sus cofradías: las Noches Candelarias y los Veranos Nazarenos. Y algunos como Luis Cruz de Sola (Santo Crucifijo de la Salud) o Mateo López García (Consuelo) ya están procurando compatibilizar sus baños familiares en Rota y Valdelagrana con las cosas de sus hermandades.
El que nace lechón muere cochino. Y el Refranero Popular no se equivoca. No en balde dice Cruz que «lo fácil es ser cofrade en marzo, y hay que serlo todo el año». Incluido el verano, a las pruebas nos remitimos.
Para más inri, menudean, entre los conocidos cofrades consultados a tal efecto, las previsiones de presencia en las playas cercanas por encima de los grandes viajes que ayudasen más, quizá, a la desconexión más efectiva de las cosas cotidianas. Con Jerez, por tanto, tan cerquita, ya hay quien se organiza para no dejar de aparecer por las casas de hermandad o templos que acogen a sus respectivos titulares.
Sea dependencia a su cofradierismo personal o efecto de una crisis que no termine de permitir alegrías mayores, lo cierto es que las cosas ya apuntan a unas playas que comienzan a llenarse de las inquietudes de quienes apenas si se han distanciado de sus casas de hermandad. Además, ya se ocuparán de buscarse para que no falten las tertulias en torno a imágenes, pasos, bordados y bandas sobre las doradas arenas de nuestra costa.
Y para comenzar desde arriba, es el propio delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, el conocido José Joaquín Perea Montilla, quien anuncia que su despacho de la entreplanta de Bertemati apenas si cerrará por vacaciones. «Quitando la semana que me iré de viaje (lo tiene previsto para la segunda quincena de julio con destino a Navarra y al País Vasco) seguiré yendo a la Delegación» asegura.
Con todo, «me gusta hacer siempre un viaje y aquí en Jerez aprovecho para ir a la piscina del Club Nazaret», dice Perea. También apunta a esos pequeños placeres que han podido tener menos tiempo para ser atendidos: «Leo lo que no me ha dado tiempo durante el año». Pero no tarda demasiado en reconocerlo: «Acudo a mi Hermandad, claro, a los Veranos Nazarenos y termino el verano en la celebración, el primer fin de semana de septiembre, de la Virgen del Consuelo».
Pero no siempre, con perdón, tira la cabra hacia el monte: el cofrade de la Amargura y reconocido pregonero Enrique Víctor de Mora y Quirós entiende que éstas son fechas para «dejar reposar la condición cofrade, leer, hacer footing y natación y dedicarme a la Iglesia doméstica» como llama a la familia. Y la actitud es tan firme que «me prohibo a mí mismo escribir pregones ni nada en verano». En este tiempo se le suele ver en bañador por El Ancla, en El Puerto de Santa María, y los viajes los deja siempre para la fecha de su aniversario de bodas, el 12 de octubre.
Tampoco Santiago Zurita Irigoyen, cofrade de Los Judíos de la que fue hermano mayor, se priva: «Me voy a Cádiz pero viniendo los domingos por la tarde para estar en la misa de hermandad de los lunes, y el martes me vuelvo; además tenemos en marcha la Plataforma de San Mateo, este martes voy a Sevilla y espero dar una batida en septiembre». Suma y sigue: «Y en Jerez me baño en la piscina de Chapín, ya que ahora tienen cerrado la José Laguillo».
Hace viajes excepcionales: Praga y Budapest en 2007, Polonia en 2008 o Estambul, que será su destino en octubre próximo, son algunos ejemplos recientes. Es rotundo, sin embargo, a la hora de hacer una precisión: «Pero no los hago nunca en verano -asegura- porque, gracias a Dios, no me hace falta ya que estoy jubilado».
Manuel Muñoz Natera, el presidente de la Unión de Hermandades también asegura que se quedará cerca de Jerez, entre otras cosas para atender el próximo pleno de hermanos mayores dedicado a las cuentas. «Cogeré las vacaciones en agosto y me iré a la playa» dice señalando las de Conil y Zahara de los Atunes como destino.
Precisamente entre los hermanos mayores es fácil encontrar secuelas de un apego a la cofradía que, seguramente, sufran las respectivas familias. Francisco José Mancilla, de Las Angustias, alega el proceso de restauración de sus imágenes («los contactos con Paco Bazán, el restaurador, son permenentes») y el de renovación de la junta de gobierno como argumentos que justificarán la falta de desconexión.
Gabriel Mateos Benítez, hermano mayor de Amor y Sacrificio, tendrá tiempo, no obstante, para atender a las actividades de sus hijas en julio, para ir en agosto a la localidad jiennense de Huelma y para estar, también, en la finca familiar.
Otros dos, David Calvo Romero (Candelaria) y Raúl Castaño (Nazareno), están pendientes de respectivos ciclos veraniegos con aspiración a perpetuar la actividad en sus cofradías: las Noches Candelarias y los Veranos Nazarenos. Y algunos como Luis Cruz de Sola (Santo Crucifijo de la Salud) o Mateo López García (Consuelo) ya están procurando compatibilizar sus baños familiares en Rota y Valdelagrana con las cosas de sus hermandades.
El que nace lechón muere cochino. Y el Refranero Popular no se equivoca. No en balde dice Cruz que «lo fácil es ser cofrade en marzo, y hay que serlo todo el año». Incluido el verano, a las pruebas nos remitimos.
(La Voz, 05-07-09)
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