En diciembre de 2008 inicié una relación que, con irregular intensidad, me ha venido ofreciendo muchas satisfacciones. No le han faltado parones que han provocado, alguna vez, la desazón de quien no terminaba de entender las propias parálisis. Siempre las justifiqué en la angostura que mi tiempo, en la falta de motivación o en una necesidad de guarecer mis sentimientos. Pero, a decir verdad, públicamente siempre alegaba lo primero. Era recurrente y creíble, pero en mi fuero interno quedaban las ocasiones en que las razones eran otras.
Ésa es la causa por la que es ahora cuando, siete años y medio después, llego al millar de artículos en este blog que sabe de mi espíritu y de mis tripas, de mi alturas de miras y de mis miserias, de lo que sé y de lo que no, de mi pensamiento sobre la actualidad o mis personales contingencias y vicisitudes... Escribir es la cuestión. Escribir porque sí. A veces porque algo ocurrido me empujaba a no quedarme callado. Otras porque el valor terapéutico de poner negro sobre blanco se me ha demostrado preciado tesoro a mi alcance.
Agradezco ahora, que no es precisamente de las etapas menos activas en 'Palabra de Gaby', tanto seguimiento inesperado en los albores del blog. Reconozco que escribir para mí, para expresar aquello que necesitaba fuera leído o no, no obsta mi entrega hacia cuantos me habéis seguido alguna vez. Aventuro otros miles más porque hace tiempo que descubrí que en ello me va la vida, y la vida se va inmisericorde. Dejar de escribir es como dejar de vivir... por dejar de expresar... por dejar de sentir... Prometo no consentirlo!
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