Siete días sin hacer estación en las páginas de este rincón en el que ser yo mismo me empujan al feliz desahogo. Pero, sobre todo, lo hacen las condiciones en las que he vivido las últimas horas de mi existencia laboral. Por eso hoy es sábado de inevitable desasosiego. Es ese extraño bienestar molesto que suele ser inquilino transeúnte de cuerpo tan desacostumbrado al descanso. Así es como, de ayer a hoy, me veo viajero desde el loco colofón de una larga mudanza de la radio hacia el vacío sabatino con el que inicio mis vacaciones.
La urgencia de lo que ya disfruto no es óbice para sentir, en el tránsito brutal desde el estreno digital en medio de cajas y operarios hasta el 'sin horas para levantarme' de hoy, un vértigo aparentemente lesivo para los intereses de mi serenidad. Pero es itinerario necesario para llegar a donde era preciso tras curso tan complicado. Tanto que en el disco duro quedan para siempre vaivenes personales, emociones y adrenalina junto a retos profesionales rozados o logrados con esas novedades que ahora fraguan.
Y el diario de las mil y una sensaciones vividas desvela, sin ocultaciones innecesarias, que todo ha merecido la pena. Y la gratificante expectación de los días que hoy comienzo son como esa cálida arena que acoge nuestros juegos sin que le sea extraña la confluencia sobre ella del vigor de unas olas que no cesan en su actividad. Pero son respetuosas con la quietud dorada del solar sembrado de sombrillas y el alma habitada por otras prescripciones que, desde un corazón nuevo, son regeneradoras eficaces.
Que sí, que hoy estoy comenzando mis vacaciones. Y hasta el 28 de agosto no volverán a saber de mí en Larga 9, nueva dirección que cuesta implantar entre los automatismos propios de la existencia cotidiana. Allí estrené ayer la AEQ Forum que me espera en estudios envidiables que siembran, pese al ansia por estas vacaciones, la extraña pena de no haber tenido más días para disfrutarlo antes del descanso. Pero la urgencia es cierta. Y tan bullicioso 14-15 agitó lo suficiente el envase como para que ahora toque quietud.
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