martes, 23 de noviembre de 2010

A propósito de los condones


La cuestión de la afirmación de Benedicto XVI en materia de preservativos tiene lo suyo. Se hace preciso, pues, leer el libro en el que se publican sus referencias a las situaciones excepcionales en las que contempla la posibilidad de su uso. Lo analizaremos detenidamente llegados al caso.
Creo, sin embargo, que tienen más tela que cortar algunas de las extemporáneas reacciones que he escuchado y leído al respecto. Entre otras cosas porque me da la impresión de que no guardan la cautela que yo me propongo no queriendo ir más allá sin haber leído lo dicho por el Papa.
Y si la Iglesia se hubiera pronunciado tarde quizá el propio pontífice se ocupe de reconocerlo. Ya lo ha hecho en el caso de la pederastia, por ejemplo. Pero leo encarnizadas reflexiones contra esta mención, y me sorprenden por quienes debieran, creo, ver abierta una puerta.
Y si la Iglesia se hubiera quedado corta al respecto, como algunos creen, quizá convenga recordar que la visión del amor que el Evangelio de Cristo alienta tiene poco que ver con el sentido utilitarista del sexo que prolifera para inquietud de quien se inquiete. Y somos muchos.
No puede la institución eclesial erradicar de su lenguaje cuanto en la sociedad bulle como inquietud. Sean cuales fueran las motivaciones de la calle y aunque éstas estuvieran encontradas con las de orden dogmático o moral que siguen siendo beneficio de todos. Creyentes o no.
Pero si la Iglesia fuera capaz de reconocer algún beneficio en los condones, que siempre existieron por cierto, lo lógico sería que todos buscáramos cuanta virtud ostenta el sentido del amor de verdad, como entrega y no como provecho propio, que presenta el Cristianismo.
Nadie puede ser tan cretino como para creer mayor verdad, por ateo que se considerare, en el uso indiscriminado y falto de sentimientos que, desgraciadamente, prolifera en el sexo actual. Y eso es algo que yo encuentro simbolizado en la necesidad del condón por sistema.
Si el lector crítico con la Iglesia entendiera eso, sepa que yo no pasaré tampoco sin pronunciarme acerca de las dificultades sanitarias en la África del sida. Pero la lucha contra la gestación inconsciente, por ejemplo, no reside en el preservativo sino en el aliento de la responsabilidad.

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