miércoles, 24 de noviembre de 2010

Aunque no arregláramos el mundo


Ya tuvo lugar aquella mesa redonda que me pedía la Amargura que yo moderara y que, en pleno bullicio por el Sábado Santo procesional, yo mencionaba en mi saludo editorial de hace dos miércoles. Fue este pasado lunes y me quedó el regocijo de que, independientemente de que no arregláramos el mundo aquella noche, el análisis no fue en balde.
"Tenemos noche por delante para tocar todos los temas que se nos ocurra sin quedarnos a vivir en ninguno de ellos", decía el moderador en su introducción. Y lo hacía temeroso de que, al calor de un debate muy alimentado por las reacciones tras el pleno que presidió el obispo, todo quedara, al final, en eso que no faltaba en el pensamiento de muchos asistentes: el Sábado Santo.
Apenas una mención casi al final de la hora y media de subrayar la formación como problema en las cofradías, el estado de la espiritualidad de comunión de los cofrades con respecto a otros movimientos de la Iglesia, la oportunidad de ensanche eclesial en los barrios gracias a las cofradías, el papel de los curas, las intransigencias de los miembros de las hermandades...
Chapó, pues, para Luis Cruz de Sola, hermano mayor del Santo Crucifijo cabal en sus reflexiones pese a ser buen representante del escozor existente en muchos hermanos mayores que no entienden el mensaje del pastor diocesano en el pleno de marras. O, sencillamente, que creen que don José no se explicó bien aquella noche. Opiniones respetables cuando se formulan con respeto.
Y mis respetos a Enrique Soler Gil, un cura que sabe serlo sin renunciar a ser todo lo cofrade que ya era desde antes de que la vocación nos lo pusiera, gracias a Dios, como ejemplo en medio de nuestros pataleos anticlericales. Buen cofrade entre los cofrades y buen cura entre los curas. Es más buen cofrade entre los curas y, como se vió el lunes, buen cura entre los cofrades.
José Antonio Domínguez Mateos puso su plus de conocimiento histórico, de compromiso cristiano y de neta pertenencia cofrade en medio de un mundo en el que los miembros de nuestras corporaciones mezclan tan mal con otros movimientos cristianos como el agua y el aceite. 'Nene', que así lo conocemos todos, demuestra a diario que eso no tiene porqué ser siempre así.
Mis editoriales no tienen, per se, la obligación de ir dando caña como el que reparte estampas durante su procesión. Y esta tarde de miércoles tengo en mis manos la oportunidad única de sentirme orgulloso de mis compañeros de mesa en la casa de hermandad de la Amargura. También de la actitud de cuantos llenaron, con cantidad y con calidad, la sala capitular de la cofradía.
Aunque no arregláramos el mundo.
(Editorial en 'Carrera Oficial', 24-Noviembre-2010)

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