El mimbre y la madera ya se imponen, desde hace un tiempo, al plástico o al aluminio en el mobiliario de los bares del centro. Aquella fue una batalla de tiempos de Pacheco en la Alcaldía. Corrían los años 99 ó 2000. Un recorrido por estos mismos establecimientos pone en evidencia, sin embargo, que las nuevas quejas del Consistorio -y ahora es Pilar Sánchez quien las formula- siguen sin encontrar el cambio esperado. Aún son muchas las pizarras de platos, raciones, tapas, bebidas y sus respectivos precios que mantienen un dudoso criterio estético y nulo sentido de la uniformidad en calles tan emblemáticas de la ciudad.
Ya existe, con todo, un catálogo que prepara, previa reunión próxima con el Ayuntamiento de los representantes de los hosteleros, la elección del modelo que impondrá el final a los más variopintos soportes que aún coexisten con los de quienes sí han ido dando pasos hacia la modernización. Forja, madera, forja vieja o metal se brindan, con Acoje y Asunico de la mano en la intención, a una decisión que deje atrás las pizarras caseras y la tiza. Toca cambiar aquellos carteles que, en su día, sustituyeron igualmente la castiza cantinela de los camareros. Si dieron sus frutos durante décadas, ya les llega un necesario relevo.
Próxima reunión con Lebrero
A finales del pasado septiembre, el Ayuntamiento remitió un escrito que demandaba hacer algo contra semejantes anuncios. Los hosteleros que lo recibieron acudieron a su asociación de comerciantes para entrar en diálogo con la autoridad municipal. Y, convencidos de que si la cocina casera es un aliciente en bares o restaurantes los carteles caseros no lo son tanto, mantuvieron un primer encuentro del que surgió el encargo municipal de unas propuestas entre las que elegir el modelo adecuado. Ya está preparado, sin embargo, el catálogo y los hosteleros aguardan a ser convocados por Francisco Lebrero, delegado de Fomento Económico.
«Ya mejoramos bastante las terrazas con los cambios de mobiliario realizados hace una década y ahora se pretende lo mismo», explica Francisco Díaz, vocal de Hotelería de Asunico. «Es lógica esa exigencia municipal -añade- si tenemos en cuenta que aún hay muchas pizarras escritas con tiza, con un tamaño enorme y de diferentes hechuras en lugares tan necesitados de cuidar como la calle Larga o la plaza del Arenal». El veterano hostelero asegura, de otro lado, que tan sólo recibieron la carta del Consistorio «aquellos casos más desorbitados en su cartelería».
Mantener una imagen de calidad en el marco de la ordenación municipal del espacio público es el objetivo de esta actuación. Frente a ello, esta rudimentaria forma de marketing parece marcada por el torpe criterio de a mayor y más destartalado anuncio mejores posibilidades de captación de clientes. En ese escenario, el talento del hostelero sale a relucir dejando aparecer cualidades como el buen gusto o, por contra, criterios como el «caballo grande ande o no ande».
(La Voz, 14-Noviembre-2010)
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