lunes, 22 de noviembre de 2010

Mira Jerez, la ruta de los secretos evidentes

Foto de Javier Fernández
Tanto tiempo esperando a que una ruta como la que inaugurara el Ayuntamiento hace un mes descubriera, a visitantes y jerezanos, algunas de las perlas ocultas de nuestro patrimonio monumental y resulta que, junto a cuanto guarecen templos y edificios civiles, en plena calle ha sido siempre posible disfrutar de elementos histórico-artísticos de primer orden. Realizar la primera ruta Mira Jerez –otras irán conformándose en adelante– alumbra el hecho irrefutable, sobre todo si se cuenta con el guía adecuado, de que los lugares que enlaza, entre Santo Domingo y la Catedral, son tan importantes como otros mil detalles que ya se disfrutan por el camino.
Manuel Antonio García Paz, experto conocedor del patrimonio jerezano, lo muestra con apasionado amor y una suerte de explicaciones que dignifican el menor detalle. Desde la Alameda de Cristina ya son elementos descritos las palmeras y las sóforas que acompañan de verde los grises de las viejas piedras del convento dominico o la cercana capilla de San Juan de Letrán. Allí mismo estuvo la Puerta de Sevilla, hoy desaparecida como el acodado elemento defensivo de acceso a la medina. Lucirá en su día un azulejo que explicará la zona murada que Jerez tuvo, cómo fue esa y otras puerta y hasta el nombre de los caballeros jerezanos que Alfonso X El Sabio puso para su defensa.
Rótulos y luces especiales
Mientras los interiores de los templos –la iniciativa ha contado con la colaboración del Obispado que, en su día, nombró un delegado especial para ello– han comenzado a lucir, desde la semana pasada, carteles que homogeneizan las explicaciones necesarias, a los exteriores les aguardan otras de piedra que cuentan con boceto diseñado. Santo Domingo, San Marcos, San Dionisio o San Miguel esperan ese equipamiento de orden cultural que coadyuve al éxito de unas visitas que ya han comenzado. Pero no son menos importantes otras explicaciones que, sobre la trama urbana o algunos elementos arquitectónicos, irían viéndose alumbrados parcialmente, huyendo del atosigamiento lumínico con que, a menudo, se ‘regala’ a los monumentos. Las visitas nocturnas adquirirían una especial dimensión.
Las posibilidades de una de las denominadas noches blancas –de actividad cultural programada y nocturna en plena calle– dibuja para Mira Jerez oportunidades ilimitadas en las que ya se está pensando. Y la luz será un elemento fundamental para ello. Tamizada, por elementos arquitectónicos diferenciados, cuajada de contraluces y con valor didáctico, el ejemplo en el que se está mirando la ciudad es el de la iluminación, tan exquisitamente dimensionada y sin estridencias, que ofrecen los monumentos de Roma. No se trata de un chorro de luz sino del alumbramiento delicado de una espadaña, una ventanita o un mirador.
La calle como monumento
La calle adquiere, pues, todo su protagonismo a la hora de mostrar al visitante las claves históricas, artísticas y ciudadanas necesarias para comprender y abarcar mejor al Jerez actual como resultado de una evolución que es fruto del paso de los siglos y también de la mano del hombre, que la ha amoldado en función de las prioridades creadas por cada nueva situación. Se plantea, en el cumplimiento de este objetivo, la colocación de rótulos que, más allá de mostrar el propio nombre de la calle, alcance a contar los porqués de cada uno de los elemento históricos y artísticos que competen a su comprensión.
Con todo ello, echarse a la calle para realizar la ya inaugurada ruta es, pese a la ausencia aún de algunos de esos elementos informativos, una suerte de descubrimiento que, en medio de la actividad cotidiana de la ciudad, alumbra satisfacciones evidentes. Y García Paz nos va señalando cada uno de estos beneficios culturales con el empeño del soñador con cada una de esas novedades en materia de turismo cultural. Es así como cruzamos la Puerta de Sevilla para, quedándonos en la plaza de Rafael Rivero, descubrir el arco de ladrillo que dibuja, en el imaginario histórico de Jerez y en aquel viejo muro, las trazas de una necesidad hace tanto tiempo resuelta con el agua corriente: las fuentes medievales.
Las casas palacio y los elementos renacentistas o barrocos que la conforman así como la disposición en tres plantas que, de abajo a arriba, esbozan una vida repartida entre estancias de los propietarios en verano o en invierno quedando una tercera para el servicio, son elemento de primera mano en las explicaciones. Incluidas las rejas hechas a mano, los escudos nobiliarios en las portadas o los patios con arquerías exquisitas como pueden observarse en Rivero, Jaramago, Tornería o plaza de la Asunción. Calles hispano musulmanas en el entorno de San Marcos u otras rectilíneas occidentales como San Miguel se convierten asimismo en contrapunto que asienta las explicaciones del guía junto a la curiosidad de un elemento más propio de la capital y la actividad comercial vinculada a su puerto como los miradores, que también tenemos en lugares como la jerezana plaza del Santo Ángel.
Un Jerez distinto, ignoto en algunos de sus elementos paradójicamente más vistos en la calle, se abre, pues, a través de la ruta Mira Jerez y las novedades que aún restan por incorporarse.
(La Voz, 22-Noviembre-2010)

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