sábado, 10 de abril de 2010

Pregón por la vida en la calle Barja


La Encarnación de besamanos, mañana domingo en el convento de la calle Barja, es un pregón por la vida. Ella, que en el título mariano de los cofrades de San Miguel evoca su vientre fecundado por la gracia divina, es quien mejor conoce el llanto por un hijo, Cristo Resucitado. Ella, que sigue llorando en plena Pascua, sostiene sobre sus mejillas lágrimas que mantienen el lloro por otros miles de hijos, más de un millón y medio en España desde que el aborto comenzó a abrirse paso por medio de aquella primera ley del 85.
La Encarnación de besamanos, mañana domingo en casa de las clarisas, es un pregón por la vida. Desde luego que sí. Y llora, claro que llora en plena Pascua. Lo hace por aquellos hijos que resucitarán sin haber conocido la vida en este valle de lágrimas. La 'muerte terapéutica' que les fuera aplicada por decisión de sus madres, quizá asustadas o simplemente desconocedoras de otras posibilidades de salir adelante sin deshacerse de estas criaturas, no habrán sanado las inquietudes de semejantes mujeres. Pero ya habrán desaparecido sus hijos.
La Encarnación de besamanos, mañana domingo en el cenobio cercano a San Miguel, es un pregón por la vida. Y, le pese a quien le pese, Ella señala en silencio a aquellos que se han empeñado en que es preciso descristianizar el mundo pese a que ello les conduzca a ir, no sólo en contra de la Iglesia, sino también en contra de cualquier planteamiento biológico, filosófico o humano sensato. Es triste. Y, tras serlo para los seres vivos, para las personas humanas mal que le pese a una tal Aido, inmediatamente después lo es para sus inconscientes madres.
La Encarnación de besamanos. Y sus hijos rezándole durante todo el día de mañana en el convento de la calle Barja. También lo harán por los políticos que apoyan semejantes planteamientos legales, también por los médicos que se prestan a semejante genocidio, también por esas madres que jamás superarán el trauma de un vientre descarnado de la vida concebida e inocente. Acude al convento de las clarisas durante algún momento de mañana domingo. Y reza, reza incansablemente por todos, que la Virgen nos escucha con lágrimas en los ojos.

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