Acaba de pitar Muñiz Fernández. Y ha pasado como con la crisis: alguien, sobre un jamelgo, pensó que podía ganar la batalla a los gigantes-molinos. Supongo que aún me queda el influjo del 23 de abril, aniversario de la muerte de Cervantes además del nacimiento de alguien (gracias a quien se acordó).
Pero yendo a lo que iba, las ínfulas de Gorosito, quien no hacía sino lo que debía haciendo creer a todos -jugadores y afición primero- que se podía conseguir algo en Camp Nou, se han parecido mucho a las bravatas del Quijote. Quizá al jinete de Rocinante no le quedaba tampoco muchas otras opciones.
Pues con el mal momento económico... igual. Bueno, con matices. Zapatero negó, primero, la existencia del monstruo al que, en todo el mundo, ya se le esperaba buscando medidas que adoptar. Ni el Pipo ni Alonso Quijano cometieron tal insensatez. Aunque creyeran que podía llegar la victoria.
El caso de ZP, visto que ni con reconocimiento previo cobraron presa los otros dos, es más trágico. Si el Xerez acaba de perder con el Barcelona, llenándose de tarjetas además, y el de la lanza no ocultó que algo había, aunque viera algo distinto a aquellos molinos, la crisis parece seguir sin oposición en España.
Me sabe tan mal que los jugadores azulinos se vayan del verde catalán como lo están haciendo, con un mal perder que con todo hay que entender porque se acaba el milagro, como desde crío me daba cierta rabia que aquel emulador de los caballeros medievales se diera de bruces con su idealismo.
Mientras unos descienden a Segunda División (llamarla Liga Adelante me parece pamplinoso) y lo del Quijote no nos procuró un mundo más crédulo (qué asco de semejante racionalismo pisoteador de las ilusiones, por ilusas que fueran), no sé qué bueno encontrar en tan lamentable actitud ante la crisis.
Me quedan dos opciones ante la situación creada y que tanto daño doméstico me está proporcionando: o me lío a patadas, como las que descartarán a tantos jugadores para el Xerez-Almería, o hago como Sancho Panza, poner sensatez junto al batacazo al pie de los molinos.
A la vista está que la lectura va a ser mejor consejera que el fútbol, moderno 'panem et circenses' que acaba de agotar este año todo su repertorio. Al menos en Jerez.
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