El Xerez perdió ayer en Chapín. El Málaga lo hizo también, antes, in extremis y frente al Sevilla, garantizando que, por esta semana, se le ponía bien a los azulinos recortar distancias con el primero en puesto de salvación. En simultáneo con el que jugaban los nuestros frente al Getafe lo hacían, frente a frente, Tenerife y Valladolid, los dos a los que los xerecistas pudieron dejar atrás de una tacada en una oportunidad única y tras tantísimas jornadas con el farolillo rojo. ¿Qué hizo el equipo de Gorosito? Perder. Eso fue lo que hizo. Al perro flaco todo se le vuelven pulgas.
Jerez pierde, mientras tanto, todos los puntos posibles -y también los imposibles- que, fuera del estadio, se juega en la competición de la supervivencia en medio de la crisis. Aquí no hay 'málagas' que lo pongan muy fácil. Es cierto. Ni siquiera existen 'tenerifes' ni 'valladolides' que se resbalen más que nosotros. Éste sí que es un descenso cantado. Lo del Xerez es, incluso, posible en comparación con lo que las quinielas auguran a la ciudad desde el Ayuntamiento más hundido del mundo mundial. Catastrofe azulina, pues, desde la órbita consistorial.
Lo último. La deuda con Hacienda hace peligrar, para Jerez, el Plan E. El Estado retuvo 1,5 millones de euros al Ayuntamiento en marzo. Como nos sobra tanto, llega la administración tributaria y nos hunde más. Hasta 37 proyectos (el Blas Infante, la Ciudad de los Niños, la Escuela de Idiomas, el museo de Lola Flores, el Guadalete, La Canaleja...) pueden resultar perjudicados. Recortados los gastos en asesores y con permanentes promesas de Pilar Sánchez de disponer de solución a los problemas, somos incapaces de conservar el respeto de nadie.
El Xerez, dominando buena parte del encuentro, no fue capaz sino de perder ayer contra el Getafe. Jerez, la ciudad, abrumada por una situación que no se soluciona alegando la parte heredada de la catástrofe, está ya más que descendida. El equipo socialista, sin ideas que poner en marcha, parece peor construido que aquél con el que Ziganda comenzó la Liga sin apenas pretemporada. Y la 'grada' no está en disposición, como ayer ocurrió en Chapín, de gritar al final de la contienda con resignación pero satisfacción por el esfuerzo "¡Xerez, Xerez, Xerez...!"
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