martes, 20 de abril de 2010

De la Hijuela a El Rocío


El próximo viernes pregonarán Los Doñana la Romería de Pentecostés para los rocieros jerezanos. Singular cita la de este año en La Concha. Muy cerquita, en la Bodega Los Reyes, tuvo lugar, otro viernes, el pasado, la entrega de las pastas de la Peña La Carbonera. Espléndido encuentro cada año, corte psicológico de la cinta que nos hace olvidar la Semana Santa y casi desear saltarnos la Feria (bueno, esto último es un decir) para ponernos de cara ante un nuevo Rocío.
Bueno, pues hete aquí que tras la entrega de las pastas (Antonio Gallardo me niega la posibilidad de llamar así a otra cosa que no sean las de 'La Rosa de Oro'), y henchido de rocierismo despertado a toque de pito y tamboril, allá que me voy, y no era temprano en opinión de mi mujer, a la Hijuela de las Coles. Marco Antonio Gómez fue claro: que si en el semáforo de la esquina del Campo de la Juventud giras a la derecha para, inmediatamente después, girar de nuevo.
Al final de esa calle, de la que no recuerdo el nombre, me topo, justo al final, con un local encendido, y no hablo sólo de la luz de las bombillas, en el que encontró el rincón al que prenderme para seguir alimentando mis ganas de Romería. Junto al lazarillo Gómez, que me indicara donde está el local que será bendito el próximo domingo, me encontré a Fefo, Alpiste, Jose, Realito... qué se yo. La intemerata de corazones soñando Rocío que yo necesitaba esa noche para seguir adelante.
El Viejo Simpecao, peña que constituyó una de las más agradables sorpresas rocieras que me quedaban por descubrir, es casa aun sin casa. Acogen desde el minuto cero de su nacimiento. Ahora, con un par de años de rodaje, cuenta encima con casa, no ya en la Aldea, donde era imprescindible para hacer vida, sino también en Jerez. Y con qué arte, Dios mío. Entre sus paredes color albero, un mostrador, mis artículos personalizados en algunos de los miembros de la peña, cuadros...
Amigos de la peña, hermanos en la devoción a la Virgen del Rocío, enhorabuena. Ánimo y a seguir construyendo esa realidad bonita que augura años... décadas... de camino juntos. ¡Viva la Blanca Paloma!

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