martes, 23 de junio de 2015

Espiritualidad ecológica con los pies en la Tierra

Un papa que escribe sobre el cambio climático, la cuestión del agua, la pérdida de biodiversidad o la deuda ecológica es un mirlo blanco que a mí me gusta pensar estaba aguardando a este momento en el que, junto al recrudecimiento de las agresiones al planeta, tenemos a Francisco para usar el lenguaje adecuado.
Y creo que ha salido una verdadera joya que no pasará inadvertida ni a propios ni a extraños de la causa ecológica, ni a propios ni a extraños de la causa de la Iglesia.

'Laudato si' (Alabado sea) lleva ya cinco días en la calle. Tenía que esperar al menos ese tiempo para conocerla más y no escribir disparates ni caer en la tónica de quienes ponen etiquetas facilonas. No es 'papa verde' quien, porque no hace sino apelar al magisterio eclesial (sabiendo hacer llegar el mensaje, eso sí), es prolongación de un compromiso que nace en el Evangelio. Tocaba ahora, pero ello no hace de este papa más que un empeñado con su tiempo. Como muchos de los anteriores.

Cliquea en este enlace, descárgatela y léela con tranquilidad... 


«El Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo», dice Francisco. Y recuerda que «si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas». Pinceladas, no más, sobre el pensamiento de quien habla sin tapujos sobre lo denunciable y esperanzadoramente sobre lo que estamos a tiempo de hacer.

Ya hay quien encuentra en el texto contenidos resumibles en sólo tres palabras que, aunque es mucho resumir, ayudan mucho a contemplar el conjunto del contenido de 'Laudato si'. Grito, don y conversión asoman en la encíclica. La voz de la Tierra, nuestra «casa común» que se queja del trato que le estamos dando; el regalo maravilloso de la Creación, tan capaz de impulsar todo valor medioambiental que se precie, y la conversión a la que debe movernos la reflexión del papa para cambiar el estilo de vida que nos agrede... de todo ello encontramos.

La apuesta de Francisco por una ecología integral que no olvida al ser humano como parte de ella, su compromiso aportando líneas orientativas y de acción y su visión sobre una educación y espiritualidad ecológica completan este texto más que deseable en estos tiempos que corren, más que indicado para abordar con sensatez los problemas medioambientales, más que justo desde una institución a la que no le es extraño semejante compromiso aunque sea ahora cuando haya encontrado el modo y la voz adecuada para ello.

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