Hace tiempo que un amigo, dirigente entonces de uno de esos colectivos ciudadanos que aunque no reporte más que trabajo la gente cree que es motivo para sospechar presunción en el ocupante del cargo, me dijo algo que me anoté para siempre: "Los sillones hay que querer ocuparlos, Gaby". Y es cierto, pienso ahora con cada vez mayor convicción, que quien no quiere afrontarlo no prestará el mejor servicio.
Cobra vigencia estos días esa afirmación de aquel esforzado del servicio altruista. Ahora que parece progresista renunciar a los cargos, a los compromisos por los que se asumen responsabilidades de las que luego nos pidan cuentas, a los sillones como se expresa tan gráficamente en boca de aquellos en la tesitura de tomar decisiones de gobierno... ahora, insisto, es momento de ponerlos en valor.
Dónde reside la buena imagen de renunciar a pactar? Me hago la pregunta sin apriorísticos reproches para nadie. Pero me la hago cuando, me da la impresión, hay quien no se la formula en la convicción irreflexiva de una ejemplaridad que yo me permito, con la venia de quien corresponda, poner en entredicho. Controlar desde fuera del gobierno está bien... pero fortalecer a una lista ajena, sea o no la más votada, sin contribuir a dar estabilidad de verdad no me cuadra.
Cualquiera de las fuerzas minoritarias con capacidad puede tener tres actitudes: poner ciertos apoyos al servicio de una lista mayor que se acerque a sus postulados sin entrar en el gobierno y controlando desde fuera una gestión que sin mojarse siempre será inestable, acceder al pacto y ocupar las delegaciones que procedan acomodándose a ello sin ser críticos o sentarse en el sillón sabiendo que hay que dignificarlo con aquellos valores que vienen pregonando.
El sillón no es malo por sí mismo. La política tampoco. La gestión pública es un servicio. Y si quienes la han ejercido hasta ahora no lo hubiesen hecho como quienes ahora emergen estiman que debió hacerse habrá que hacerse cargo de la gestión pública desde los nuevos postulados. Pero habrá que hacerlo. No? La ciudad necesita estabilidad. De momento, lamento decirlo, no encuentro el marco que la vaya favorecer. Aunque estáis a tiempo...
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