La gracia de Grecia nos tiene a todos atentos. Cuánto nos pueda afectar el resultado electoral que ha dotado a Syriza de la capacidad para cambiar la política del rescatadísimo país heleno me hace pensar que, más allá del Partenon, las guerras del Peloponeso y el panteón de sus dioses (todo ello tan estudiado en su momento), aquel rincón de la Europa mediterránea más oriental tenía aún nuevos misterios que protagonizar para admiración (¿?) del viejo continente.
Pero su mitología, la griega claro, contempla tantos casos con los que ilustrar las ansias de libertad y conocimiento de la verdad como de los más diversos modos de estrellarse en empeños, quizá y sólo quizá, inoportunos. Y se me hace a mí que, salvo que la osadía electoral de un país demasiado lejos de la recuperación que algunos otros sí que empezamos a percibir los coloquen en la vanguardia que fueron en la historia del pensamiento, están en una ratonera.
La probabilidad de quiebra de esta economía nacional sube, de hecho, hasta el 70% tras lo decidido en las urnas por quienes se arrogan la paternidad histórica de la democracia. Para dirimir si están en un laberinto de difícil salida sobran ya los analistas. Pero me temo que ni Dédalo hubiera diseñado mejor encerrona. Así que adivinemos las fauces abiertas del 'minotauro de las ideas maravillosas' que se merendará ese pragmatismo tan necesario como impopular.
Es fácil poner en solfa las políticas de ajuste, allá en la política internacional o acá donde la gestión de la vuelta de la esquina nos hace a veces manosear el concepto 'austericidio' quizá excesivamente. Pero no sé si también es un poco irresponsable. Qué política económica ha llevado a Grecia a la situación actual? Es verdad que los trabajadores ferroviarios han venido percibiendo 60.000 euros anuales? O que las peluqueras cobraban pluses hasta por manejar la laca?
Sólo me hago preguntas. Palabra de Gaby! Pero me temo que las fórmulas fruto de la desesperación nunca fueron más que patadas hacia adelante, en dirección al abismo. Item más... cuando se quieran establecer paralelismos convendrá, primero, comprobar si sacarán a aquellos de su situación y, segundo, si a diferencia de ellos nosotros sí que empezamos a salir del laberinto fruto de lo que aquí se haya puesto en práctica en materia de política económica.
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