jueves, 8 de enero de 2015

Una tarde en mi centro de salud

No es nada fácil que yo pueda estar una tarde a las siete en mi centro de salud, pero ayer cumplí con la visita pactada para una cirugía menor previa indicación de mi médico de familia. El tumor benigno del entrecejo que habían de extraerme, sin embargo, debió volver conmigo a casa. Pese a que el SAS había tardado más de un mes en poder darme cita, la cirujana menor (muy menor ella) me atendió amabilísimamente, eso sí, pero sin empacho de decirme que ella no me tocaba en la cara. "Qué pasa si cuando le dé los puntos le dejo una ceja más alta que la otra", afirmaba.

Puedo asegurar que me aparto fácilmente de cualquier actitud poco comprensiva con las responsabilidades profesionales de los demás. Si se me explica haré lo posible por entenderlo siempre. Pero tengo varias preguntas sin resolver. Porqué el doctor me da cita con ella y ni que firme ese largo formulario por el que los dejo exentos de obligaciones se atreve a asumir el trabajo? Es negarse a realizar su trabajo la mejor respuesta ante la eventualidad de una dificultad sólo posible? Pues sepan que yo hago mi trabajo asumiendo las dificultades y que la responsabilidad que asumo nunca me hace rehusar hacer lo que debo!

"Si tuviera usted 90 años no dude que realizaría la intervención", me dijo sonriente. Muy señora mía, y somos hijos de un dios menor las personas con 50? O el menos merecedor de su profesionalidad es el pobre anciano al que si le pone los puntos como mal pespunte no le ocasionará a usted problema alguno de conciencia? Asombrado, pero sin perder la sonrisa, insistía en que me parecía que haciéndome firmar todo lo que me hacen firmar quedaban ya suficientemente exentos de exigencias mías a posteriori si el resultado no fuera mínimamente aceptable. Pero 'natis de plastis'.

Así que volvemos al principio. Pese al mes perdido toca regresar a la consulta de mi médico para que éste me envíe al dermatólogo. Sería este especialista el que decidiera actuar, si tampoco le asusta la posibilidad de que por un errorcito de nada termina poniéndome una ceja en el cogote, claro. Un problema, ahora hay que esperar al menos un mes más hasta que haya cita con el experto en la piel. Y, para que no falte de nada, el intento de pedir a la salida de la consulta de cirugía la cita con el médico de familia quedará para otro día porque el celador, sentado aún ante su ordenador, decía que la hora de solicitarla había pasado.

Este quinto párrafo es el que, cerrando esta entrada en el blog, dedicaría con gusto a la Junta de Andalucía, sus recortes sanitarios y el despropósito de un centro de salud de los completitos y dotados. Ni siquiera hablamos de La Granja y su ampliación pendiente o el construído en Guadalcacín a falta de mobiliario y herramentaje o del por construir en Madre de Dios, allá donde los jaramagos se ceban con la vieja bodega. Pero me voy a abstener de meterme mucho con nadie. Para qué si a lo mejor mi quiste sigue coronando mi entrecejo por el despiste de mi médico o por la exceso de escrúpulos de la cirujana menor?

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