Foto de Eva Lindberg. |
La agradable jornada vivida es una de las más firmes garantías, aun desde su aparente modestia frente a otras grandes celebraciones, programadas en un ciclo festivo anual tan generoso como el que contempla la ciudad. Y el día de ayer fue una espléndida muestra de ese disfrute familiar tan acorde a lo que ya nos tiene acostumbrados esta cita organizada por la delegación de Turismo, Cultura y Fiestas del Ayuntamiento jerezano. La combinación parque, sol, animales y niños -también mayores- volvió a funcionar.
Los pasodobles de la Banda Municipal fueron ambientando el Hontoria, tal y como estaba previsto, mientras las mascotas inscritas iban llegando y los niños participaban en el concurso de dibujo sobre los animales que estaban a punto de verse en el desfile que se organizaba en una nueva edición. Así, a mediodía, comparecerían los 'teloneros' de una parada distendida, jaranera y tan esperada para entonces: las tortugas 'ninja', cabezudos que ocuparían con desparpajo el circuito delimitado para la ocasión ante numerosas sillas para el público.
El aproximadamente medio millar de animales anunciado se alineó para recibir el agua bendita y componer casi una hora de desfile que abría el trenecito de González Byass trasladando a los niños propietarios de ciertas pequeñas mascotas. Dentro de sus vagones se adivinaban jaulas de pájaros y peceras que se daban la mano con algún erizo o serpiente, quizá los casos más raros de animales presentes ayer en el acto. Portado a la mano, una rapaz también hizo las delicias de las miles de personas congregadas en el parque.
Gustos clásicos
Por detrás, la realidad imponía que los gustos siguen siendo verdaderamente clásicos a la hora de elegir mascota y que hasta los límites legales para tener en casa ciertas especies exóticas más vistas en otras ocasiones cribaron el contenido de San Antón 2012. Los perros, a centenares, fueron los verdaderos reyes dentro y fuera de unas filas en las que alguna cabra, una oveja con pendientes y algún roedor también pudieron verse para confirmar, en su excepcionalidad, que la mayoría canina tan solo tiene competencia en el caballo.
La escolta de la Policía Local vestida de gala ya colocaba delante la presencia equina en un desfile que consagraba su segunda mitad a la Escuela Municipal de Equitación, la del Club Nazaret, El Juncal, el Centro Ecuestre Jerezano y Jerez 2002. Caballos castaños y tordos, adultos y potritos, ponis, a la vaquera, a la amazona, mejor o peor llevados para la ocasión compusieron ese universo especial que la cabaña ecuestre local evidencia en estos acontecimientos. Y, al final, tres enganches completaron el conjunto del desfile.
La fiesta estaba servida pero el solecito de la jornada tardó en echar del González Hontoria, aunque hubiese terminado el acto formal, a las muchas familias que cifraron en esta cita buena parte de sus expectativas dominicales. Las atracciones infantiles, ofrecidas a un módico precio, o los puestos de venta de bebidas, tapas o bocadillos prolongaron la mañana hasta bien entrada la hora en la que los estómagos piden el almuerzo. Alguna paella se brindaba, llegados el caso, para que quien lo quisiera pudiera irse ya comido del parque.
(La Voz, 23-Enero-2012)
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