lunes, 16 de enero de 2012

Medio siglo de flamenco aficionado de altura encuentra el eco de un disco inesperado

Manuel Valencia con las Hijas de la Caridad
Los Valencia llevan el cante en la sangre. Pero ninguno de la familia ha hecho del flamenco su modo de vida. El padre falleció dejando a sus seguidores con las ganas de que, pese a su amateurismo cantaor, dejase grabado su arte. También su primo Antonio, reconocido médico, se marchó de este mundo sin dejar vestigio discográfico de esa singular capacidad.
El médico estomatólogo Manuel Valencia ha sido urgido por sus amigos y su familia a que no ocurra con él lo mismo. Por ello, y con el uso benéfico de los fondos que se recauden como condición, se ha puesto manos a la obra y, el próximo jueves será presentado en la Bodega Los Apóstoles, de González Byass, 'Toda una vida', obra que recoje nueve palos en diez cantes.
«Mi amigo Juan Salido y mi mujer se empeñaron en que grabara un disco diciéndome que lo hacía muy bien», reconoce recordando que «esto lo he vivido yo en mi casa y comencé con siete añillos». «Mi primo entró en el cante de manos de mi padre y los ejecutaba muy bien, y yo entré en el mismo lío», añade apuntando que «con esa edad temprana me quedaba con las letras a la primera».
Es el caso de los caracoles que han sido integrados en la grabación, que aspira a vender al menos un millar de unidades al precio de 15 euros. «Se los escuché una vez a mi primo y se me quedaron para siempre», explica. El único palo que se repite en el disco es la saeta, «que a mí me pirran y que han quedado muy bien acompañado por la Royal Philarmonic Orquestra.
Bulerías, bulerías por soleá, soleás, seguiriyas, fandango y serranas completan 'Toda una vida', o sea «más de 50 años de cante aficionado», aclara Valencia. «Yo no me creo que sea ni Manuel Torre ni Terremoto ni El Sernita ni ninguno de los que han nacido por aquí con voces maravillosas», dice aunque sí reconoce «una sensibilidad especial que yo siento».
No termina de hacer caso a los muchos que le dicen que, más allá de los nombres consagrados a los que hace referencia, se trata de un cantaor con más calidad que bastantes de cuantos lo hacen de modo profesional. «Pero eso es gratificante», apunta.
Saben de su cante los belenistas en alguno de sus actos acompañado por la guitarra de Antonio Higuero, miembros de una peña de Ciudad Real en la que también cantó o los granadinos a cuya tierra fue con sus saetas acompañado por El Guapo y Rubichi. Y en Jerez es fácil verlo, en plena Semana Santa, cantando en plena calle. «Y lo disfruto enormemente, cuatro o cinco caen cada año», asegura.
«Soy yo quien he puesto la condición de que la recaudación vaya a favor del Comedor del Salvador, y lo hago tras costear personalmente la producción del disco; a partir de ahí es cuando me comprometo a vender mil discos y que el producto de ello vaya a la labor de las monjas», ofrece Manuel Valencia quien pondrá en manos de las Hijas de la Caridad un total de 15.000 euros.
(La Voz, 16-Enero-2012)

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