Esta noche es Nochebuena. Eso no lo podemos evitar. Ni queremos. Sí que podemos evitar que se trate, un año más, de esa fecha que usamos para justificar los excesos consumistas o las naderías celebrativas. También podríamos y deberíamos tenerla por mucho más que esa fecha que nos pone tristes en el recuerdo de aquellos que nos faltan. De hecho comienzo ya, antes de que lleguen las horas más señaladas del día, a verme inundado por esta última faceta de una noche (o el conjunto del día de mañana) que tengo la tentación de pedir que pase pronto.
Pero prometo firmemente no caer en semejante cobardía. Eso sí, prometedme por favor que, a cambio de mi más sincera felicitación, hagáis todos lo posible por hacer de esta celebración que nos llega un año más un motivo para la esperanza, unas fechas para hacer felices a los que tenemos cerca y, sobre todo, de firme oblación al misterio que nos trae: el Nacimiento de Jesús. Sed felices, sed moderados, sed generosos, sed solidarios, sed voluntariosos constructores del Reino de Dios en un mundo que tanto y tan a diario nos decepciona. FELIZ NAVIDAD!
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