Foto de Esteban. |
El itinerario entre la iglesia de San Marcos y la Catedral de la víspera, mientras decenas y decenas de jóvenes rezaban el Santo Rosario por Tornería o José Luis Díez, se ocupó de hacer confluir sobre el primer templo diocesano toda la atención para, en la mañana de la esperada solemnidad, convertir ayer en convocatoria la pontifical a cargo de monseñor José Mazuelos, el obispo diocesano.
Mientras el pastor pronunciaba su homilía, la réplica de la Cruz de los Jóvenes reposaba en la nave de San Juan Grande. No fue el único signo que portaron los chicos y chicas reunidos en la víspera por la Pastoral Juvenil. De hecho, llamaba la atención la primera presencia en las calles del simpecado que en su día regaló al Obispado un taller-escuela municipal y que, al fin, encontró el motivo para salir del Salón de Audiencias de la Casa de la Iglesia.
Altar para Juan Pablo II
Y, con todo, un tercer elemento, menos voluminoso que los otros dos, era portado aún con más mimo: la reliquia del beato Juan Pablo II, el creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud que tanto aletea en las convocatorias posteriores a la cita del pasado verano así como de la propia diócesis que ayer conmemoraba a su patrona. El relicario fue dado a besar tanto en los actos de la noche antes como ayer al final de la pontifical.
Mazuelos se ocuparía de anunciar, durante su predicación, que el recordado pontífice tendrá altar en la Catedral jerezana. Su reciente condición de beato permite ya esta veneración pese a lo reciente de su fallecimiento. De momento ya está garantizada su presencia a través de esta reliquia. Más adelante quizá haya ocasión para una imagen. De momento, ya se le demuestra cariño en cada ocasión que surge.
El obispo centró sus palabras, sin embargo, en el contenido mariano de la jornada. Entre otras consideraciones señaló que «lo que celebramos es la mirada de Dios a María, y en ella a todos nosotros». «María no tiene que esconderse en el jardín con la vergüenza de ocultar su desnudez», explicó anclando su reflexión en la lectura del Génesis que plantea el origen del pecado original que la fiesta en cuestión niega a la Virgen.
Y «el gesto de amor y transparencia con el que María responde a la mirada de Dios», requirió un año más una de las celebraciones más solemnes que la Iglesia desarrolla a lo largo del ciclo litúrgico. Tanto que la Capilla Musical Catedralicia desplegó un exquisito repertorio en el que fue incluido el 'Ave María' obra del seminarista Sergio Moreno cuyo estreno estaba contemplado para la ocasión. El dechado de calidad musical del autor y del coro y orquesta dirigidos por Ángel Hortas puso brillante colofón a la celebración.
(La Voz, 9-Diciembre-2011)
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