lunes, 1 de marzo de 2010

Oración restaurada


Mañana llegará a Santo Domingo la imagen de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto. Y no son pocos los que aguardan qué tal regresa tras pasar por las manos de Agustín Pina. Es uno de nuestros titulares y, por ello y porque para nosotros es como si de Cristo mismo se tratase, la expectación siempre es mucho mayor, como no podía ser de otro modo, que si estuviésemos hablando de otro elemento propio del complejo estético con el que nuestras hermandades y cofradías rodean la fe y la devoción popular.
Pero se me antoja que, siendo la imagen de nuestra Semana Santa con pose más piadosa, lo que nos llega restaurado, arrodillada la imagen de Vasallo como luce y con sus manos y su rostro afectados por la crudeza de aquel rezo de Getsemaní, sea, realmente, nuestra capacidad de oración. La propia actitud y aptitud del hombre y la mujer del siglo XXI se me sugiere las que regresarán cuando, mañana martes en el primero día del quinario de esta cofradía del Jueves Santo jerezano, nos reencontremos con él.
No hay dudas, habiendo apreciado el tono general de las restauraciones de un tiempo a esta parte y el de los trabajos de Pina al respecto, de la satisfacción que, por adelantado, podamos sentir por esta labor de recuperación. Ya apreciaremos los detalles que, en cualquiera de los casos, no serán más que eso... detalles. Y es que sabemos que las barbaridades que se hacían antiguamente con las imágenes pretendidamente restauradas quedaron en las baldas de la memoria, de la anécdota en cualquier caso.
Bueno sería, sin embargo, que la Oración llegara también restaurada. La de todos aquellos que nos hemos olvidado de rezar especialmente. De rezar de verdad, digo. Si nos hubiéramos quedado con el tono de cantinela del 'Jesusito de mi vida' de nuestra infancia... mala cuestión. Si no nos detenemos ni siquiera en ello... peor. Por eso hay que desear que, en su efigie piadosa, encontremos la invitación a hacer lo propio. Y que lo hagamos con la gravedad que sus grandes ojos y sus manos cargadas de tensión señalan.
Están ocurriendo cosas que no podemos criticar sólo secularizadamente. Por ejemplo, no basta con gritar contra ideologías políticas cuando comprobamos cómo ha quedado la Ley del Aborto aprobada la semana pasada, cómo un delito se convierte en derecho, como se declara en la práctica la libre disposición sobre el feto, cómo es posible el aborto libre hasta las catorce semanas, cómo hasta las veintidós semanas, cómo a partir de ese momento, qué pasa con las menores de 16 años, qué hay de la objeción de conciencia o de la educación sexual.
¿Hemos rezado por ello? ¿Hemos elevado nuestras oraciones con el rictus grave del rostro del Señor del Huerto por los niños que no nacerán, por las niñas que podrán abortar sin consultar a sus padres, por los médicos que se verán en la tesitura de luchar contra este atentado a su conciencia, por las madres que pese a todo tirarán 'palante' con su crío... incluso por esos políticos que se abrazaban por semejante 'logro'? ¿Hemos rezado por ello? ¿Nos hemos revestido de nuestra condición cristiana para dirigirnos al Padre?
Ojalá que cuando llegue mañana el Señor Orando en el Huerto llegue también restaurada nuestra capacidad de dirigirnos a Dios desde el corazón. Ni desde los formalismos se consigue mucho ni con colgarnos nuestra medalla cofrade al pecho basta. Las gubias de Agustín están sólo para lo que están. Y estamos seguros de que han sabido hacer su trabajo. Lo otro... Si nuestras imágenes hubieran perdido la capacidad de invitarnos a la oración algo estaremos haciendo mal en las hermandades. Algo quedará por restaurar.
Ojalá que no dejemos pasar la Cuaresma en balde.
(COPE, edutorial en 'Carrera Oficial', 01-02-10)

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