miércoles, 17 de marzo de 2010

Ante la Ley de la Muerte Digna


Comienza 'Carrera Oficial'. El inmediatamente anterior al Pregón de la Semana Santa, que no faltará entre nuestros contenidos. El inmediatamente anterior, asimismo, de la primera procesión en la calle, el próximo sábado desde el Perpetuo Socorro. Y lo hace en esta misma tarde en la que el Parlamento de Andalucía se dispone a aprobar una nueva ley validadora, según parece, de aquello que dan en llamar muerte digna.
En nuestra tierra es necesario utilizar ese calificativo para denominar aquello que otro señalan con el apelativo buena muerte. No en balde esto otro, para los andaluces, no es sino aquello que abrazó Cristo quien, pleno de sufrimiento, subió a la cruz a pasarlo mal. Y no es eso lo que ellos pretenden, precisamente, cuando mencionan el título bendito del Cristo de la hermandad jerezana con capilla temporal en la calle Nueva.
O el de San Juan Grande que, con el mismo nombre, recibe culto en San Juan de Letrán o el de la sevillana Hermandad de los Estudiantes o el maravilloso de la gaditana cofradía de San Agustín o cuantos otros, prendidos de la cruz todos ellos, presentan la Buena Muerte como la asimilación del sufrimiento con una dignidad que no es otra que la de una resignación que, sin hacer desdén de todo tipo de paliativo posible, se niega a adelantar el final.
Imagino yo ahora a los señores parlamentarios, aquellos a los que votamos en su día para acometer una de las misiones más bonitas que pueden asumirse en la actualidad. ¿O no lo es trabajar por el bien público? Y, sin embargo, habrá quien se esté enfrascando en la defensa de la ley de marras. Y también quienes harán mutis por el foro para que sus convicciones no 'empañen' una trayectoria política quizá prometedora.
Alguien me dijo una vez que hacer 'buena' política es dejar aparcaditas las convicciones y convertirse en un buen gestor. Alguien me sugirió que lo importante era ganar elecciones y actuar de modo que solucionemos los problemas a la gente. Alguien señaló el fin mejor en la negación de posiciones no ya confesionales sino cargadas de elementos definitorios de un modelo de sociedad a favor de ser llegadizos al mayor número posible.
No es este un programa de análisis político. Y, por ello, no hago sino mirar el cuadro del Cristo de la Buena Muerte que, quienes han estado alguna vez en este estudio de radio, ya han visto sobre el cristal de la pecera. A él invoco, que la suya si que fue muerte buena, que los cofrades no nos callemos. Cristo está a punto de morir un año más sobre cada uno de nuestros pasos, en proceso de montaje en estos días.
Sobre nuestros canastos se demuestra que no hay mejor muerte ni dignidad más grande al llegar al final que aquella que se abraza al sufrimiento con entereza y sin pedir otra cosa que la serenidad suficiente para que, ese momento, sea ofrecido, como Dios manda, a Aquél que contó con nosotros en sus planes. Santísimo Cristo de la Buena Muerte, ten misericordia de los políticos y de todos cuantos lamentamos lo que ahora ocurre en el Parlamento de Andalucía.
(COPE, editorial en 'Carrera Oficial', 17-03-10)

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