Cuando la palabra se carga de matices de alto valor descriptivo y espléndida viveza lírica puede honrarse mejor aquello que tanto nos apasiona. Cuando se glosa con naturalidad y riqueza literaria aquello que lo merece es posible, sin necesidad de ripios ni artificios, exaltar cuanto justifica nuestras letras. Cuando la impronta de la mejor elocuencia se dota de la oportuna frescura, que es el caso ponderar en estas líneas, el resultado ostenta siempre el valor de la obra memorable.
La Semana Santa suele exhalar con fuerza todo un abanico creativo que, desde hace al menos tres siglos, diversifica por medio de las artes más dispares gloriosas incentivaciones de la admiración del pueblo que, más o menos fiel, incrementa durante esos días de marzo o abril su ansia de trascendencia. Así, la fe y la tradición, la remembranza evangélica y el costumbrismo, las convicciones y los atavismos que marcan nuestra idiosincracia, se dan la mano con fecundo rédito.
La unión de esto y de aquello, de la esencia motivadora y de tales formas literarias, es lo que venimos a celebrar en estas páginas cuajadas de cuanto expongo. Y Manolo Sotelino ha cumplido con tantas creces aquello que un día le encargara para nuestro clásico cofradiero de las noches de cada lunes de Cuaresma, el programa 'Carrera Oficial' (Cope-Jerez, 1.134 AM), que ahora me considero invitado que no merece tanto honor como me concede el compañero. Y llegó el encargo de estas piezas, escritas para ser escuchadas en la radio y no para ser leídas como harán ustedes en las inmediatas páginas, evocaban cierres de antaño para un espacio que se acerca ya al medio siglo ininterrumpido. Jovencillo cuando no crío, clavadas se me quedaban aquellas poesías de Eduardo Rinconada (q.e.p.d.) como cierre de este mismo programa pero en los años setenta y ochenta. Aquello inspiró esto aunque con la personalidad de Sotelino.
Ajeno a toda estrofa poética, que nunca se pretendió más que inspiración en aquello, pero con la lírica gallarda que, quizá, inspirara el espíritu taurino de tan excelente crítico del ramo como es Manolo, 'Las glosas de la Semana Santa' nacieron por y para que Sotelino fuera él mismo a la hora de poner celofán y lazo a ese paquetito que pretendíamos de 'Carrera Oficial', cuajado de encanto para noches de tantos sueños cofrades como lo son siempre aquellas de la Cuaresma.
Fue así como, a través de sus líneas, volaron a las ondas capas sopladas por el aire del Domingo de Ramos, sentimos el sudor del esfuerzo bajo las trabajaderas, nos plantamos con piedad ante la iconografía de nazarenos y crucificados, sentimos las roncas trompetas profetizando una muerte santa o advertimos los pitos de un silencio cuajado de hondura penitencial. Glosó siempre en los detalles la esencia de unos días que, como sus escritos, saben de resurrecciones presumidas.
Ahora tienen ustedes, señoras y señoras, el privilegio de leer y releer, cuantas veces quieran, aquello que un día escucharon, o quizás no, en esas noches que aún nos deja la radio moderna para sentir latidos de siempre. Noches de radio de verdad en un siglo XXI que nos lleva... sabe Dios a donde. Y si lo que oyeron excitó su imaginación desde la calidad literaria, ésta decide, porque Manolo Sotelino así lo ha querido, al veredicto de la lectura.
Tras cada una de sus lecturas en directo ha sido, siempre, una salva de aplausos la que vino haciendo, a todo mi equipo de 'Carrera Oficial', responderle con agradecimiento y admiración al llegar el final de cada programa. Que a la valentía de Manolo Sotelino por poner 'negro sobre blanco' lo no fue escrito sino para ser escuchado se corresponda también su aplauso, aún en la intimidad en la que decida su lectura y sin micrófono alguno abierto.
La Semana Santa suele exhalar con fuerza todo un abanico creativo que, desde hace al menos tres siglos, diversifica por medio de las artes más dispares gloriosas incentivaciones de la admiración del pueblo que, más o menos fiel, incrementa durante esos días de marzo o abril su ansia de trascendencia. Así, la fe y la tradición, la remembranza evangélica y el costumbrismo, las convicciones y los atavismos que marcan nuestra idiosincracia, se dan la mano con fecundo rédito.
La unión de esto y de aquello, de la esencia motivadora y de tales formas literarias, es lo que venimos a celebrar en estas páginas cuajadas de cuanto expongo. Y Manolo Sotelino ha cumplido con tantas creces aquello que un día le encargara para nuestro clásico cofradiero de las noches de cada lunes de Cuaresma, el programa 'Carrera Oficial' (Cope-Jerez, 1.134 AM), que ahora me considero invitado que no merece tanto honor como me concede el compañero. Y llegó el encargo de estas piezas, escritas para ser escuchadas en la radio y no para ser leídas como harán ustedes en las inmediatas páginas, evocaban cierres de antaño para un espacio que se acerca ya al medio siglo ininterrumpido. Jovencillo cuando no crío, clavadas se me quedaban aquellas poesías de Eduardo Rinconada (q.e.p.d.) como cierre de este mismo programa pero en los años setenta y ochenta. Aquello inspiró esto aunque con la personalidad de Sotelino.
Ajeno a toda estrofa poética, que nunca se pretendió más que inspiración en aquello, pero con la lírica gallarda que, quizá, inspirara el espíritu taurino de tan excelente crítico del ramo como es Manolo, 'Las glosas de la Semana Santa' nacieron por y para que Sotelino fuera él mismo a la hora de poner celofán y lazo a ese paquetito que pretendíamos de 'Carrera Oficial', cuajado de encanto para noches de tantos sueños cofrades como lo son siempre aquellas de la Cuaresma.
Fue así como, a través de sus líneas, volaron a las ondas capas sopladas por el aire del Domingo de Ramos, sentimos el sudor del esfuerzo bajo las trabajaderas, nos plantamos con piedad ante la iconografía de nazarenos y crucificados, sentimos las roncas trompetas profetizando una muerte santa o advertimos los pitos de un silencio cuajado de hondura penitencial. Glosó siempre en los detalles la esencia de unos días que, como sus escritos, saben de resurrecciones presumidas.
Ahora tienen ustedes, señoras y señoras, el privilegio de leer y releer, cuantas veces quieran, aquello que un día escucharon, o quizás no, en esas noches que aún nos deja la radio moderna para sentir latidos de siempre. Noches de radio de verdad en un siglo XXI que nos lleva... sabe Dios a donde. Y si lo que oyeron excitó su imaginación desde la calidad literaria, ésta decide, porque Manolo Sotelino así lo ha querido, al veredicto de la lectura.
Tras cada una de sus lecturas en directo ha sido, siempre, una salva de aplausos la que vino haciendo, a todo mi equipo de 'Carrera Oficial', responderle con agradecimiento y admiración al llegar el final de cada programa. Que a la valentía de Manolo Sotelino por poner 'negro sobre blanco' lo no fue escrito sino para ser escuchado se corresponda también su aplauso, aún en la intimidad en la que decida su lectura y sin micrófono alguno abierto.
(Mi prólogo a 'Glosas a la Semana Santa', libro de Manuel Sotelino)
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