
Eso es lo de menos a los efectos de lo que quiero contarles: el encuentro en la calle Santísima Trinidad, cercana ya la carroza de la Ofrenda del Oro de la recientita Cabalgata de Reyes a la calle Medina. Fue entonces cuando lo escuche desde la acera: "¡GAL, GAL...!" Me giré y me lo encontré con Blanca, su mujer, y con su cámara.
A él debo la foto del final de la Peregrinación Andando que, con la evidencia del cansancio y de la espiritualidad recrecida con aquella otra experiencia del pasado noviembre, lleva un tiempo como cabecera de este mi blog. Ahora le debo estas otras que ya le agradecí con la correspondiente lluvia de caramelos. Y con mi recomendación para Melchor, claro.
Que tiempos aquellos GAL... Es para mi un honor que una fotografía hecha con mi torpe cámara sirvan de cabecera de tu blog
ResponderEliminarLa foto fue facil. Llevabas la alegría en la cara...
Un abrazo