lunes, 4 de enero de 2010

Preparando la Cabalgata de Reyes


Hoy comienzo una semanita de vacaciones. De aquellas entre las que había de elegir por Navidad, y si recuerdan mi quejilla por sumar -en la anterior- la labor que me es propia en la radio y la que me llegaba por descanso de otros, ahora me toca evadirme de mis responsabilidades. Aunque lo hago, en parte, por un pluriempleo que los sindicalistas calificarían de estacional: Melchor me ha fichado para que mañana lo acompañe en la Cabalgata de Reyes.
Anoche recogía las vestiduras de paje enmedio de un sorprendente cálculo de detalles que me dejó boquiabierto. Una nave de la Escuela de Hostelería facilitada por Gaspar acogía la distribución de caramelos y juguetes en saquitos de versatil manejo ocupando un lateral. Al fondo, unos percheros separaban los ropajes de los tres séquitos subdividiéndolos en dos para ocupantes respectivos de la carroza del trono o los de la carroza de la ofrenda. Hasta ahí, normal.
Pero llegaron las instrucciones previas al reparto: "¡Atención a los tirones del tractor cuando reinicia la marcha tras una parada, buscad un lugar fijo al que agarraros!", "¡Si no os ponéis unas gomillas en las muñecas para agarrar mejor los guantes se os pueden salir cuando los caramelos comiencen a desenvolverse en el mismo saco y se peguen!", "¡La cabalgata saldrá aunque llueva y nadie se saldrá de la carroza!", "¡Atención al calzado!"... y, la mejor de todas, "¡Pasadlo bien!"
Tres folios completan un documento lleno de indicaciones que sorprenden a quienes, hasta el momento, sólo habíamos participado de la Cabalgara de Reyes viéndola pasar ante nosotros y, desde luego, tirándose uno al suelo, cuando ha hecho falta, para coger caramelos. Ahora que me toca tirarlos a mí, me topo con esta obra de la Delegación de Cultura y Fiestas que insiste, por activa y por pasiva, en que "¡lo primero son los niños y la credibilidad de los papeles que representamos!"
¡Hasta se han dispuesto bocetos de la ocupación de las carrozas que, a mí por ejemplo, ya me colocan en un lateral de la Carroza de la Ofrenda del Oro! Y, a decir verdad, a mí que tantos cuadros de cofradía me ha tocado hacer -esta próxima Cuaresma realizaré el último si Dios quiere- tanto preparativo, y en los términos que ahora descubro, me ha recordado aquellos otros que nos harán pensar en nuestros pasos en cuanto se recojan las carrozas.
Alucino tanto con lo que me queda por vivir que no he podido evitar contaros ahora lo que siento. El resto, con todos los detalles que pueda recordar en una próxima entrada en el blog una vez pasado el acontecimiento, ya os llegará puntualmente. Creo que existe un hálito de trascendencia en todo esto que me ha gustado especialmente y que celebro en la consideración de que, aunque siempre pensé que se organizaba con un mínimo de seriedad, da sentido a la Epifanía.

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