jueves, 12 de noviembre de 2009

Veinticuatro horas con Santa Ángela


La devoción a Santa Ángela de la Cruz en Jerez, cuyo convento contó el mismo día de la fiesta (el 5 de noviembre) con la presencia del obispo diocesano, Monseñor José Mazuelos Pérez, alcanzó ese fin de semana, el más cercano a su día, tono popular en El Pelirón. El barrio recibió la noche del sábado la imagen con que la Hermandad del Consuelo la tiene al culto y, desde ese momento, no estuvo sóla en ningún momento.
En el patio de la que el barrio conoce como Casa de la Virgen permaneció, recibiendo la veneración de unos vecinos que, fundidos con los cofrades, depositaron ante su paso ruegos y oraciones suficientes como para llenar toda una madrugada en vela. Rezos del Rosario y la Novena de Madre Angelita irían pergeñando los preparativos de la procesión del mediodía del domingo mientras también eran colocadas flores en el paso y colgaduras en los balcones.
A las 11,00 horas comenzó la misa de campaña prevista en plena calle Batalla de Aína. Para entonces habría ojos cansados y cuerpos que habían afrontado el frío de la madrugada acompañando los rezos con café caliente y roscos. Devoción popular en puridad. José Manuel Guzmán, párroco de Santa Ana y delegado diocesano de Peregrinaciones, ofició la Eucaristía más singular que el barrio aguarda a lo largo del año.
Misa y procesión se fundieron sobre las 12,00 horas. El recorrido, con especial atención a la cuadrilla que los niños-costaleros (entre ocho y doce años) prepararon en las últimas semanas, discurrió por esas calles evocadoras de batallas con que cuenta El Pelirón: Aína, de los Potros, Traviesas, Mónaco, Bruselas, Roma, del Salado, Jorge Bocouce, de Jimena, de Torrelobatón y de Aína. Y la Agrupación Musical San Juan la acompañaría musicalmente.
No acabó el acontecimiento con la recogida de la procesión y, muy cerquita de la imagen, la convivencia sabría dar cuenta de berzas, ajos y otras elementos gastronómicos populares con los que cumplimentar a todo el que lo deseó en torno a la mesa de una devoción que, en efecto, haría gala de permanecer veinticuatro horas junto a la Santa.

(La Voz, 08-11-09)

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