
El caso es que no cuelgo nada desde el miércoles pasado. Y llegado un nuevo miércoles me abro sitio desbrozando mi azarosa existencia, tan llena de luchas, fructíferas unas y desgraciadamente devoradoras de mi felicidad otras, y de supervivencias permanentes. Son días complejos, con más cosas que callar que aquellas que proclamar.
Una semana sin post no es una semana vacía. Y ello es paradógico si hubiera o hubiese contemplado la posibilidad de que mi blog constituyera bitácora puntual. Pero esta semana se avecinó con multitudinarios acontecimientos y no todos a gusto de quien se afana por dar aquellas entregas que tan a menudo no recibe.
Recoja el lloro quien corresponda, avente el trigo de su actitud mientras recompongo el puzzle de mi alma herida, rota y sin norte visible en este momento. No es terapia alimentar de nuevo este rincón por el que me doy desde el pensamiento y desde el sentimiento.Y, sin embargo, me alegra regresar a mi blog, que es el suyo.
No falten, ustedes, en adelante.
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