¿Se han dado cuenta de que, quizá por primera vez, no es Sevilla sino Cádiz aquel rincón 'semanasantero' en el que encontrar aquello que pretendemos? La capital hispalense cuenta con ello pero es la Tacita de Plata la llave que nos lo pondrá en bandeja, aunque será sólo si Dios -que algo tendrá que decir el de arriba- quiere. Sábado Santo se llama lo soñado, lo pedido, lo negado, lo justificado, lo no entendido, lo que -maduro ya en el árbol de las apetencias- parece que dificílmente pudiera negársenos ahora.
Nos vendría la mar de bien, no obstante, la mayor de las prudencias llegados a este caso. Nos vendría bien, especialmente ahora, no jugar a los pasitos imaginados a nuestro gusto o antojo. Sino prestar oídos a las hermandades que pudieran desear el pase al que fuera nuevo día procesional y, sobre todo, no dejar de escuchar a las que no lo quieran y, por ende, no deban ser obligadas para que no nos joroben el sueño. La ingeniería cofrade es, sin embargo, particularmente puñetera. Tiempo al tiempo.
La otra noche, sin ir más lejos, me dijeron: "¡Oye, pues yo veo a tu hermandad el Sábado Santo!" Y, quedándose tan pancha -que era señora la susodicha-, no quiso antes preguntar si en la cofradía de marras consideraban o no semejante posibilidad. A eso se juega ya. A eso cuando ya hay quien empuja a Santa Marta, lo desee o no, a seguir los pasos deseados tiempo ha por la Hermandad de la Piedad. Ellos sí que podrán sentirse felices si llegara el caso de prolongar en Jerez aquello que ya se prepara en Cádiz.
En cualquier caso, ya tenemos jueguecito nuevo con el que echar las tardes de debate o las noches de ausencia en los actos de hermandad, una ausencia que resulta convalidada alegremente por el ejercicio de interés supuesto por el bien de nuestra Semana Santa. Los ingenieros, que haberlos haylos, han comenzado ya su trabajo de composición de una jornada procesional acorde al resto de los días. Y ello sin esperar siquiera a que el obispo -él de Jerez, claro- diga aún esta boca es mía.
¡Ay Señor! ¡Que Dios nos coja confesados! ¡Llega la ilusión de la novedad, el debate de las posiciones encontradas, las propuestas imaginativas o las imposiciones inesperadas, que de todo habrá en la viña del Señor, al respecto de un nuevo día procesional al que, ya lo verán todos ustedes, una minoría se ocupará de dar forma ante los ojos atónitos de propios y extraños! ¡Ay Señor, Señor...!
(COPE, editorial en 'Carrera Oficial', 28-10-09)
Nos vendría la mar de bien, no obstante, la mayor de las prudencias llegados a este caso. Nos vendría bien, especialmente ahora, no jugar a los pasitos imaginados a nuestro gusto o antojo. Sino prestar oídos a las hermandades que pudieran desear el pase al que fuera nuevo día procesional y, sobre todo, no dejar de escuchar a las que no lo quieran y, por ende, no deban ser obligadas para que no nos joroben el sueño. La ingeniería cofrade es, sin embargo, particularmente puñetera. Tiempo al tiempo.
La otra noche, sin ir más lejos, me dijeron: "¡Oye, pues yo veo a tu hermandad el Sábado Santo!" Y, quedándose tan pancha -que era señora la susodicha-, no quiso antes preguntar si en la cofradía de marras consideraban o no semejante posibilidad. A eso se juega ya. A eso cuando ya hay quien empuja a Santa Marta, lo desee o no, a seguir los pasos deseados tiempo ha por la Hermandad de la Piedad. Ellos sí que podrán sentirse felices si llegara el caso de prolongar en Jerez aquello que ya se prepara en Cádiz.
En cualquier caso, ya tenemos jueguecito nuevo con el que echar las tardes de debate o las noches de ausencia en los actos de hermandad, una ausencia que resulta convalidada alegremente por el ejercicio de interés supuesto por el bien de nuestra Semana Santa. Los ingenieros, que haberlos haylos, han comenzado ya su trabajo de composición de una jornada procesional acorde al resto de los días. Y ello sin esperar siquiera a que el obispo -él de Jerez, claro- diga aún esta boca es mía.
¡Ay Señor! ¡Que Dios nos coja confesados! ¡Llega la ilusión de la novedad, el debate de las posiciones encontradas, las propuestas imaginativas o las imposiciones inesperadas, que de todo habrá en la viña del Señor, al respecto de un nuevo día procesional al que, ya lo verán todos ustedes, una minoría se ocupará de dar forma ante los ojos atónitos de propios y extraños! ¡Ay Señor, Señor...!
(COPE, editorial en 'Carrera Oficial', 28-10-09)
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