martes, 13 de octubre de 2009

Querido Tomás


Tenéis una extrañísima habilidad, querido Tomás -Tomás Clemente-, los miembros del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, todos -desde el pérfidamente jocoso asistente eclesiástico hasta el último de los consejeros-, para encontrar razones por las que llevaros el agua a vuestro molino. Y está bien contar, entre nuestros representantes, con gente a la que, como vosotros, no os faltan recursos.
La lástima es que estéis invalidados, y así lo demuestra vuestra gestión, para defender mejor frente al exterior -por la razón que sea-los intereses reales de las cofradías. ¿No es digno de análisis que en ningún momento haya nadie que tuviera los reaños suficientes para proponer en el pleno del martes la reubicación de los palcos de marras en otro sitio? ¿Qué le debe el Consejo al Ayuntamiento que se siente cohibido para plantear la devolución de estos palcos a la plaza del Arenal?
Sigo preguntándome, querido Tomás, por qué consiste el asunto en dejar a los usuarios sin palco o a las cofradías dando rodeos que no debemos permitir. Y os diré una cosa, querido Tomás, justificar lo injustificable del modo que se hace cuando la verdad es que estamos hablando de dinero es feo para instituciones como las nuestras que son lo que son porque veneran a quien llevan en sus pasos.
Sabes que te quiero, Tomás Clemente, amigo. Pero a alguien tenía que dirigirme. Y, aun a sabiendas de que eres uno de los últimos en hacerte la foto cuando toca, el mensaje que llega desde la noche aciaga del pasado martes es que los que no estamos de acuerdo con mantener el rodeo por Eguiluz somos «los que no quieren a Tomás». Porque ello me parece un detestable uso de tu persona a tí me dirijo.
Se repitió tanto esta frase tan estúpida, y con tan patético sentido coercitivo por cierto, que hoy quiero proclamar que, pese a los dolores de cabeza que le ocasiona cada año la distribución de los palcos, tener satisfecho a todo el mundo es su vocación, su voluntad de servicio, tanto a las cofradías como a la sociedad jerezana en general. Dejad a Tomás tranquilo, que es, al fin y al cabo, uno de los pocos que, entre vosotros, sabe hacer su trabajo.

(La Voz, 11-10-09)

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