lunes, 19 de octubre de 2009

Los 'vivos' no se manifiestan


Ay, Dios mío. ¿Cómo es posible que sea necesario manifestarse en defensa de la vida en la España democrática y 'progresisísima' de inicios del siglo XXI? Y lo cierto es que hubo que hacerlo, ayer en las céntricas calles madrileñas, con el éxito que hoy registran todos los medios de comunicación.
Creo que allá se fueron los miembros del Consejo Local de Hermandades y Cofradías y un hermano mayor que constituyó excepción que validó la regla que nos señala a todos dispuestos a defender aquello por lo que lo mejor es que se manifiesten otros. Bastará con que, moral y casi telepáticamente, les deleguemos a ellos nuestra voz de protesta.
Eso debió ser lo pensado por cuantos nos quedamos aquí. Y aunque yo tenía que hacerlo -quedarme- para cerrar todas estas páginas que ustedes leen hoy domingo con fruición, lo cierto es que no lo utilizaré para quedar exculpado de este tironcillo de orejas. A la hora de la verdad nuestro hueco entre Puerta del Sol y Puerta de Alcalá no lo ocupó nadie.
Ya pudo el Consejo -y lo digo honradamente y sin acritud- poner un autobús para quien quisiera ir. Hermano mayor o no. Eso sí que hubiera incitado a los cofrades que, yendo juntos, se hubieran animado seguramente. Y algo de ello había cuando, en la noche del famoso pleno de infausto recuerdo para muchos, se cursó invitación a los hermanos mayores.
Uno sólo de los dirigentes de las hermandades, me dicen, se sumó ayer a la causa del Consejo. Generalizar una invitación, aunque fuera fletado sólo uno y, por tanto, limitado a los primeros que ocuparan sus plazas, sí que hubiera sido gastar bien ciertos dineros que luego no se termina de saber si cumplen, de verdad, el sentido que a muchos nos gustaría.
Habrá foto de ese mínimo puñadito de cofrades jerezanos. Claro. Pero la lástima es que esa foto no llegara con un centenar de cofrades de aquí gritando contra la nueva Ley del Aborto, por la vida, por la mujer y por la maternidad. Por otra parte, ya pudieron intentar acudir, por alguna otra vía, aquellos que se quedaron en casa.
No son estos adormecidos, sin embargo, los 'vivos' que digo no se manifiestan, sino aquellos alentadores de la nueva ingeniería social que promueve normalidades absurdamente incuestionadas por parte de una sociedad que se deja hacer con demasiada facilidad. Los muy vivos son aquellos que, con aviesos intereses, orquestan esta sinfonía de muerte.

(La Voz, 18-10-09)

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