lunes, 5 de octubre de 2009

Días de reflexión sobre curas y corresponsabilidades parroquiales






Cuando Eloy Bueno, cura veterano y decano que fue de la Facultad de Teología de Burgos, dijo que «si fuera obispo enviaría a cada cura que me pidiera ir a las misiones a una parroquia con cofradías» puso sobre la mesa las más clásicas tiranteces que entre párrocos y hermandades a su cargo han surgido históricamente. No en balde el tercer ponente de la XX Semana de Teología sugería, con gracia -eso sí-, más penoso trato con cofrades que con las penurias en África.
En ello, precisamente, estuvo la clave del ciclo de este año, el primero del episcopado de Mazuelos, quien acompañó en el estrado a todos los conferenciantes. En ello, en el papel del sacerdote -que para ello estamos en el Año Sacerdotal dictado por Benedicto XVI- y su función en la parroquia, así como en la corresponsabilidad, en estas expresiones de «la Iglesia de umbral» como calificaba Bueno a la parroquia, de un laicado comprometido en el que debe encontrarse integrado el cofrade.
Pero todo comenzó con Monseñor Asenjo, arzobispo coadjutor de Sevilla, tan esperado por muchos cofrades que, a última hora, vieron la imposibilidad del primer ponente para abordar la sesión vespertina, dedicada a laicos. Fue en la de mañana -para sacerdotes- en la que había de ponerse de relieve el sentido de la intervención: llamar la atención de los curas, a los que pidió una mayor «verticalidad» o espiritualidad, un mejor servicio y una mayor fraternidad con sus iguales en el ministerio.
Habló Francisco García, de la Pontificia de Salamanca, en la segunda del ciclo, de «una ruptura de la forma de identidad, y no solo la cristiana, que está afectando también a las dimensiones de la vida parroquial». Por ello consideró básico «asumir donde estamos y posteriormente reestructurar buscando la finalidad de la parroquia que, sinceramente, creo hoy en día no está muy clara». Hablo de catequesis, liturgia, caridad pero, sobre todo, del sentido comunitario de estas funciones.
«Se trata de revalorizar la idea, la imagen y las posibilidades de la parroquia, porque durante mucho tiempo ha sido considerada una estructura obsoleta y casi incapaz de afrontar los retos de la Iglesia del futuro» diría al día siguiente el sacerdote Eloy Bueno, aquél de las «misiones en parroquias con cofradías». El tercer ponente llegó a decie que «la Iglesia ha tomado su revancha, de modo que, en una de esas paradojas de la vida, la parroquia ha quedado en la frontera de la Misión».
Cerró el párroco de Santa María de Caná, Jesús Higueras. En sólo catorce años de vida, esta feligresía madrileña dio cuatro vocaciones contemplativas femeninas y una masculina, tres religiosas de vida activa, siete seminaristas actuales y cinco sacerdotes ya ordenados. ¿El secreto?: «Una comunidad viva en la que los distintos carismas tienen una participación muy interesante», dice. «La parroquia -añade- se ha convertido en un punto de encuentro para vivir la fe y transmitirla».
Las reflexiones, puestas de relieve en esta XX Semana de Teología de lunes a jueves, condujeron a una celebración, este pasado viernes en la Catedral, que, a modo de Eucaristía de Apertura del Curso Pastoral, contó con presencia de los cofrades, junto a otros tantos carismas católicos. La puesta en marcha diocesana prosigue con intensidad mañana lunes: comienza el curso del ISCRA y comienzan unas Jornadas de Pastoral Penitenciaria y el Foro de la Pastoral Universitaria.
Al día siguiente, el martes, la Unión de Hermandades celebra su pleno de inicio de curso. Todo, si se cuida, construye Iglesia.

(La Voz, 04-10-09)

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