Aunque nunca falte quien sociológicamente encuentre que, mientras El Puerto de Santa María mira más hacia la Bahía, Jerez lo ha hecho históricamente más hacia Sevilla, hay muchos hechos que de modo innegable han enlazado a una y otra población.
Poco más de diez kilómetros de distancia no hacen sino establecer una cercanía que va mucho más allá de la mera distancia. A ello hay que unir que el Guadalete ha constituido secular lazo desde que tuvo playas en San Telmo hasta que la transfiguración del litoral hizo a los jerezanos buscarlas en La Puntilla nuestros abuelos y posteriormente en Valdelagrana.
Y están los vinos unidos en ese triángulo mágico que conforma el Marco. Los lógicos trasiegos comerciales -creación inclusive entre ambas poblaciones de la tercera línea férrea de España- han hecho a las bodegas agentes de unas fraternas relaciones innegablemente productivas.
El vino fino que da nombre a la Feria de El Puerto de Santa María es tipología que no falta en los catavinos de la cita del Parque González Hontoria. Tampoco el caballo que titula a la jerezana falta anualmente a el encuentro con el popular recinto de Las Banderas.
No faltan pues motivos para un reconocimiento como esta dedicatoria de la cita festiva portuense del próximo 2017 que acaba de ser anunciada y que, sin lugar a dudas, entre los jerezanos debe ser motivo de especial orgullo. Ojalá dé el rédito deseado a los impulsores de esta mirada al otro lado de la Sierra de San Cristóbal.
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