Foto de Juan Carlos Corchado. |
No solo el público era poco en la plaza de la Asunción a la hora en la que la Banda Municipal interpretaba 'El abanico' sino que el pasodoble se vio acompañado por los silbatos de las reivindicaciones laborales que vive Jerez. Es más, solo los concejales del PP formaban en la comitiva. La espantada de los restantes obligó a que la concejala Lidia Menacho recuperara su condición de edil benjamina por ausencia de Aroa Lobo (IU).
El obispo presidió el acto que acogió a la enseña azul y blanca en la iglesia de San Dionisio y el canónigo Manuel Lozano tomó la palabra. A sus referencias a la historia de la ciudad que, trasladando la memoria a tiempos de la Reconquista, abundó en el maridaje de la ciudad con la fe católica, sumó su reflexión «en un mundo en el que muchos piensan que lo religioso tiene que desaparecer radicalmente del ámbito de lo público». «Mito falso éste», sentenció apelando a una «sana laicidad».
Con posterioridad, y tras cruzar la plaza de la Asunción el Pendón camino de nuevo hacia el Cabildo Antiguo, todo se preparó para la entrega de los Premios Ciudad de Jerez. Mientras fuera quedaba el griterío reivindicativo, dentro se intentaba rendir homenaje a una institución y dos personas a título personal cuya labor por Jerez estaba más que fundamentaba. La propia reducción a solo tres galardones era signo de la situación.
Pero la acción contra la crisis reconocida al exdirector de Cáritas Diocesana, Juan de los Ríos, también se hallaba presente este año en la designación. La delegada de Bienestar Social, Isabel Paredes, presentaba los méritos contraídos «en reconocimiento a su responsabilidad y entrega a los demás como artífice de lo que hoy en día es Cáritas». Fuera se gritaba, mientras tanto, «vámonos ya, que dentro huele mal».
De los Ríos, con gran sencillez y humildad, exponía los logros y la progresión de la organización solidaria de la Iglesia en Jerez como fruto de un trabajo colectivo. Detalló cuanto se ha hecho y lo atribuyó al amplio equipo que lo ha acompañado durante alrededor de 25 años. Tampoco faltó el agradecimiento a su esposa y familia por la colaboración que ha recibido en esta labor.
Francisco Cáliz Hurtado, delegado de Impulso Económico, fue quien fundamentó las razones por las que se ofrecía el Premio Ciudad de Jerez a la obra en la ciudad de la Confederación de Empresarios de Cádiz (CEC). Y Miguel González, el presidente, recibiría la correspondiente réplica del casco griego existente en el Museo Arqueológico y un día elegido como emblema de estos galardones.
«En reconocimiento a su apoyo al fomento de la actividad económica en nuestra ciudad y su esfuerzo en la consolidación del tejido empresarial» recibía la CEC su Premio Ciudad de Jerez mientras el Premio Especial, entregado el último al rejoneador Antonio Domecq y presentado por el delegado de Turismo, Cultura y Fiestas, Antonio Real, era entregado «en reconocimiento a la trayectoria del jinete jerezano, dedicado al arte del toreo a caballo, así como por la labor de difusión de Jerez fuera de nuestras fronteras».
Con ello se puso punto y final a una jornada bien distinta a la anterior y enrarecida, junto a otras circunstancias, por una falta de apoyo ciudadano a las celebraciones de San Dionisio, pese al bullicioso respaldo a la Noche Azul y Blanco.
La plantilla de Onda Jerez sumó sus protestas
Las reivindicaciones de los trabajadores de Onda Jerez, temiendo despidos a resultas del concurso de acreedores que fuera aprobado por Jecomusa, se hicieron presentes en la plaza de la Asunción -que en previsión ya contaba con presencia de efectivos de la Policía Nacional- durante el traslado del Pendón.
Un pequeño grupo, apenas una docena de empleados, se apostaron junto a la cámara de televisión que grababa la entrada de la enseña local en la iglesia de San Dionisio. En ese momento les bastó usar sus silbatos y proferir gritos a la alcaldesa llamándola mentirosa.
Pero fue a la salida de la iglesia cuando, concentrado previamente un grupo mucho mayor al que se sumaron otros reivindicantes como las mujeres de Acasa y los representantes de los sindicatos mayoritarios de la ciudad, se aguardó, junto a la puerta del Cabildo Antiguo, la llegada de la comitiva concluido el acto cívico-religioso.
Entonces, los gritos de recrudecieron y, a los ya vociferados durante el trayecto de ida del Pendón, se sumaron otros que, en el momento del cierre de las puertas de las instalaciones municipales con la comitiva en su interior, repitieron una y otra vez, en medio de algunos aplausos del público asistentes, «fuera de Jerez, fuera de Jerez».
(La Voz, 10-Octubre-2011)
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