Algún incidente acompañó estos días a las reivindicaciones. |
Tras un pago de la empresa concesionaria que, facilitado desde el Ayuntamiento, dejó saldados hasta lo correspondiente al pasado julio (nómina y paga de verano incluidas), ahora quieren que no se pare y que, en breve, les sean abonadas también las nóminas correspondientes a las mensualidades de agosto y septiembre. La huelga sigue porque, además, quedan otras peticiones desatendidas.
Tienen que ver con el compromiso de calidad en el servicio (renovación de la flota) o con detalles pendientes con los trabajadores (caso de los uniformes) y ya ha trascendido que no pasaran por alto antes de abandonar la huelga. Mientras, la atención al usuario ocupa la mínima expresión ya sea por el número y frecuencia de servicios mantenidos mientras o por el estado de los vehículos.
José María Romero, el presidente del comité de empresa, ya apuntaba a final de la pasada semana la queja de la plantilla por la lentitud con la que venían verificándose los pagos. «Urbanos Amarillos podía hacer mayores esfuerzos para solucionar este conflicto», señalaba.
Javier Durá, el delegado de Personal, Movilidad y Seguridad del Ayuntamiento, reconoce en la demora de la propia empresa a la hora de cumplir con el compromiso de pago de las dos nóminas que aún restan que «en agosto ya empezó la huelga y, por ello, las nóminas de estos meses son más complicadas en razón de la propia huelga, hasta los trabajadores que las hacen estaban ejerciéndola».
La mirada puesta en el futuro del servicio lleva a Durá a lamentar que no paran de quebrar empresas de transportes en España y que, «por tanto, hay que tener mucho cuidado a la hora de dar pasos» En cualquier caso, una cosa que tienen clara en el gobierno local es que, como dice Enrique Espinosa, delegado de Economía, «el coste del servicio es superior a los del mercado».
No será fácil, sin embargo, que la cosa cambie «en un ayuntamiento que paga mal y tarde». Mientras tanto, los que sufren las consecuencias son unos trabajadores que inician la décima semana de huelga. Aunque la pelota está, ahora, en el tejado de la empresa.
(La Voz, 10-Octubre-2011)
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