Foto de Javier Fergo |
«Cuando se construyeron las viviendas de El Pinar, Rochdale planteó con el Ayuntamiento la urbanización de esta parcela», recuerda Manuel Cazorla, presidente de la asociación de vecinos de la urbanización que abraza desde el sur esa isla de desolación que arrastra un largo historial de falta de actuaciones públicas. «Pero seguimos pendientes de que se realice algo de lo que se planteó gobernando Pedro Pacheco», dice añadiendo que «están sin legalizar y pagan su correspondiente contribución pero les faltan todos los servicios: agua, alcantarillado, urbanización...».
Compensación, cooperación y expropiación fueron conceptos barajados cuando, en 2004, se quiso dar nuevo impulso a un empeño que cumplía décadas de ostracismo. Aún se recuerda cómo en una reunión en aquel verano, con asistencia de todos los afectados, se gestionó cuanto los vecinos reclamaban. «Son personas jubiladas que no tienen medios para aceptar el ofrecimiento de bonificación de hasta un 75% para los primeros 250 metros de urbanización que se les hizo», apunta Cazorla. El resto había de correr por cuenta de unos afectados sin recursos para ello.
Un grifo, la única respuesta
Mientras tanto, el dibujo precioso de un proyecto inacabado aunque presente en el PGOU reposa sobre el papel. Sobre el terreno la situación es otra bien distinta: «Estos señores tienen ahí sus pozos, y también tienen un pozo ciego, pero no tienen agua potable corriente y necesitan seguir yendo a casa de una hija o de una vecina o incluso a la estación de servicio a por agua para sus necesidades básicas; esto es tercermundista en pleno siglo XXI», lamenta. «Están ya casi en el centro de Jerez y siguen sin agua, alcantarillado y una mínima urbanización», sentencia.
Es solo relativo que no dispongan de agua, pero una fuente instalada como paliativo junto a la Hijuela de la Marquesa sigue sin parecer el servicio más digno que pueda prestárseles. Pasados en balde los delegados de Urbanismo Pedro Pacheco (PSA, ahora Foro) y Juan Pedro Crisol (PSOE), ahora vuelven a la carga dirigiéndose a Antonio Saldaña (PP) a la búsqueda de respuestas. Y ya no son solo damnificadas estas más de 30 familias porque «no se pueden abordar las zonas verdes, los viales comunes o salidas a la avenida de Arcos hasta que no se gestione esto».
Mientras tanto la vida continúa en ese lugar de aspecto y funcionamiento puramente rural por muy subsumido que haya quedado ya en el casco urbano de la ciudad. Y, según denuncia el presidente de la asociación de vecinos de El Pinar, todo discurre en medio de no pocos peligros para los vecinos: «Los pozos ciegos están junto a los pozos de agua, las aguas fecales están filtrándose en el de consumo potable y están duchándose con algo que puede provocarles algún tipo de infección».
(La Voz, 3-Octubre-2011)
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