Yeye Mateos, RRPP del Zoo, con 'Lola'. Foto de Esteban. |
Lo cierto es que se deja caer la posibilidad de que, el informe que este grupo ha difundido de ocho equipamientos de exposición de animales en toda España, se haya quedado en la epidermis de lo observado. El ánimo de hacer el trabajo de campo a hurtadillas ha impedido explicaciones que estas instalaciones jerezanas tienen para cada pega encontrada. No en balde, «aquí lo único importante son los animales», se insiste.
«Si se hubieran molestado en preguntar las razones por las que un animal está en unas determinadas circunstancias hubieran podido entender muchas cosas», dice Íñigo Sánchez, conservador del Zoobotánico y prestigioso biólogo. Por ello se relativizan conclusiones tan marcadas por los apriorismos propios de «un grupo radical animalista que piensa, de modo muy respetable desde luego, que los zoológicos son cárceles de animales».
El papel de los zoos modernos
Pero «el papel de los zoos modernos, y el de Jerez lo es, es el de centros de conservación, investigación y educación». No entenderlo contribuye a que el crítico visitante no viera en el lomo del tigre blanco, animal «en la fase final de su vida con un cáncer de piel», más que heridas no curadas sin conocer que «es conveniente mantenerlas abiertas para que drenen bien». Con todo, tiene curas periódicas y para hoy estaba prevista una.
La insuficiencia renal propia de la avanzada edad del tigre pone en riesgo su vida a la hora del anestesiado necesario, dadas las características del animal, para curarlo bien. «Por eso, mientras lo veíamos con una calidad de vida adecuada, procurábamos evitarlo», explica Sánchez sin obviar el riesgo que se corre de que muera. «El que publica fotos así provoca que quien no entienda crea que tenemos a los animales fatal», lamenta.
Entre el millar de ejemplares que tiene el Zoobotánico, la cámara del informador de Igualdad Animal se detuvo en una gacela dorca con una pata rota. «En efecto, esto es así, pero no sé si pretenden que los animales que tienen una tara física sean sacrificados», señala Íñigo Sánchez. Recuerda el conservador del Zoo que, a menudo, estos ejemplares están en instalaciones de este tipo porque «llegan con lesiones de las que se recuperan aquí».
Programas de reproducción
Fue un accidente la causa de una cojera que le quedó de por vida a la gacela localizada por el objetivo de la asociación animalista. Pero «son animales que contribuyen a la preservación de su especie por medio de programas de reproducción en cautividad», afirma sentenciando que «estéticamente no es lo mejor ver a un animal cojeando pero está adaptado a su nueva situación y lo hace con una buena calidad de vida», insiste Íñigo Sánchez.
Loros que pierden plumas o chimpancés que pierden pelo completan unas referencias que no dejan al Zoobotánico jerezano en el peor de los casos analizados ni mucho menos. «Hay muchos animales que han llegado con esos problemas y han encontrado solución en nuestras instalaciones», señala el biólogo mientras la relaciones públicas recuerda cuántos animales han sido rescatados de la explotación de circos o fotógrafos.
Enriquecimiento ambiental
Entre las terapias que el Zoo –laureado en diversas ocasiones y reconocido con la visita de entre 3.000 y 4.000 personas cada fin de semana– aplica a los animales acogidos en sus instalaciones se encuentran las de enriquecimiento ambiental o distracción que impida que dediquen el tiempo a arrancarse la plumas o el pelo. Ello hace que aparezcan en las dependencias de algunos de ellos elementos tales como «una caja con la que se entretienen».
Si en ese caso también se criticara la presencia de algo que pueda poner en entredicho la limpieza de las instalaciones, el medio centenar de trabajadores que velan por los animales terminan teniéndolo claro: lo más importante de su trabajo no está en el escaparate.
(La Voz, 12-Septiembre-2011)
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