lunes, 25 de abril de 2011

Llueve sobre mojado en los bares

Foto de Esteban
«No se pueden medir todos los recortes por igual», asegura Francisco Díaz, vocal de bares de la asociación Asunico. En un establecimiento de 30 metros cuadrados como el suyo de calle Lancería el papel de la terraza resulta fundamental. Es en este tipo de negocio hostelero en el que la mella ha sido mayor al concluir una Semana Santa en la que la lluvia ha sido la gran protagonista.
El ejemplo antagónico lo encuentra en su propio historial empresarial: «Quien tiene un saloncito de 150 metros como el que yo tuve en Arenal puede defenderse ante la tesitura de un mal tiempo que, bajo techo, apremia menos al cliente». El dato que Díaz ha aportado a su organización es del 65% de caída de ventas en casos como el suyo mientras que aquellos otros casos pueden haber perdido la mitad.
«Pero las pérdidas no están ahí», añade apuntando cuantas compras (pan, carne...) hubo de hacer el miércoles para todo el puente, antes de conocer que ya no volvería ha tener buena meteorología hasta el final. Los alimentos perecederos han concentrado este capítulo por el que, una semana antes, encargó 1.000 hamburguesas buena parte de las cuales ha debido repartirlas entre establecimientos sociales o la propia plantilla.
Por lo que se refiere a los hoteles de la ciudad, para los que ya se alumbraban expectativas de crecimiento del 79% de ocupación el año pasado hasta un 95% inicialmente (luego corregidas a un 85%), Horeca no tendrá el dato definitivo hasta hoy lunes. Con todo, Antonio Real, presidente de la Asociación Provincial de Hoteles, ya anotaba ayer que «la lluvia ha condicionado, no cabe duda, las cifras que finalmente hemos tenido».
«Han sido muchas las llamadas que se han producido estos días preguntando como estaba el tiempo», añade. En función de ello han sido inevitables las cancelaciones producidas. Por ello se estima que el sector puede darse con un canto en los dientes si ha podido mantener el último porcentaje que se facilitó en vísperas de la llegada de los días grandes. Y, de hecho, no se descarta la posibilidad de una leve bajada aún mayor que deje el dato final en el 80%.
Una bonificación con letra pequeña
El anuncio de la alcaldesa de dejar de cobrar las tasas por las terrazas (como en el caso de la venta ambulante) ha hecho clamar a los hosteleros que señalan la letra pequeña que tiene semejante bonificación: «Lo que va a devolver no es la licencia de las terrazas, que me cuesta anualmente 1.500 euros y que ya está pagado este año, sino el plus de los casos de ampliación del número de mesas que tengan habitualmente en la calle», dicen algunos propietarios de negocios que, encima, encuentran injusto que cobren todo el año a quienes, además, por estas fechas ven recortado su número de mesas por el mobiliario urbano extraordinario (los palcos).
(La Voz, 25-Abril-2011)

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