Oleo de Antonio Lara |
Nunca ha sido desdén. No en balde tuve mi oportunidad de enganchar con un mundo, el de abajo, al que concedí una de mis recordadas estaciones de penitencia con mi Cristo del Perdón cuando aún salía a la calle desde Santa Ana, cuando procesionaba la tarde-noche del Viernes Santo, antes pues de la 'Madrugá' y del Domingo de Ramos. Hace mucho, pues.
He recibido este mediodía un correo electrónico de Martín Gómez, rey de reyes en la sapiencia necesaria para la dirección de una cuadrilla de costaleros. Un texto precioso, que sé no he recibido por error sino porque el querido amigo me regala siempre sus envíos, muestra el agradecimiento a los igualados y los que se quedaron sin igualar estos días.
Me ha seducido tanto el mensaje de Martín como la imagen con la que ha ilustrado su envío. Una pintura de Antonio Lara que quizá conozcan ya ustedes presenta a Cristo medio suelto de la cruz vertical que ocupa, en una suerte de movimientos que lo asemejan a los de otros dos individuos que, bajo palos similares a los de la cruz evidencian trabajo costalero.
Sublima los pinceles de Lara el esfuerzo de estos gladiadores de Dios. Y también humaniza a ese Cristo que se muestra hombre entre iguales. Teología cofrade en estado puro es lo que el cuadro de marras muestra para gozo de aquellos que gustamos de un buen alegato, un signo llegadizo, una metáfora inteligente, una instantánea cargada de contenido.
Es por ello que, en un momento en el que las cuadrillas de costaleros terminan de configurarse dejando pendiente el anuncio de los más diversos calendarios de ensayos, alcanzamos este 'Carrera Oficial', a tres semanas del inicio de la Cuaresma, ofreciendo nuestro primer saludo a ellos: a los hombres que comienzan a morar bajo nuestros pasos.
(Cope-Jerez, editorial en 'Carrera Oficial', 16-Febrero-2011)
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