Representantes vecinales junto al matrimonio afectado en el salón de su vivienda. |
Entonces, en pleno verano, LA VOZ destapaba este caso que, por obra y gracia de la singular estampa ofrecida por el marido entre puntales, se puso de moda entre las televisiones. Pero tras ello llegó el silencio. Y, sin embargo, «todo está igual que entonces o peor», señala María García, presidenta de la comunidad de vecinos de la calle Raboatún 4, en la barriada de la Vid. Quizá por ello ya no basta, en la foto, con la aparición de Antonio por muy pintoresco que resultara.
De hecho, el movimiento vecinal de la ciudad, que quiere evitar que siga la suerte de otros que recientemente han asistido a derrumbes, asoma a un asunto por el que se han interesado tanto Agustín de la Flor, presidente de la asociación de vecinos Los Viñedos, como Sebastián Peña, presidente de la federación Solidaridad. «El delegado Antonio Fernández estuvo en la casa y nos dijo que él personalmente iba a llevar el caso nuestro». Pero siguen esperando.
Subvención retrasada
El retraso en el abono de una subvención a la comunidad de propietarios es la causa de esta situación. En 2007 fue solicitada a la Junta con cargo al Programa de Rehabilitación Singular de Edificios. Un par de años después ya contaban con la ayuda aprobada pero la situación económica general y de la Administración en particular dejó en el pozo de la desesperanza el gozo fugaz de unos vecinos que se miran ahora en el espejo de los habitantes del bajo derecha.
Los casi 60.000 euros concedidos en 2009 van camino de ser insuficientes para abordar un estado que no se queda en el interior de ese salón. También el exterior, un balconcillo concretamente, vive apuntalado la espera de una respuesta en forma de pago. Se trata de la vivienda de la presidenta de la comunidad, María García. Ni el peligro manifiesto que aparenta ha motivado el acelero de la llegada de la subvención ni un desalojo que podría ser recomendable.
Gestiones con EPSA
Nunca más se supo del delegado de Vivienda del Ayuntamiento tras aquel compromiso adquirido una vez conoció el asunto. Por ello la presidenta de la comunidad de propietarios dio el paso de acudir ante el gerente provincial de la Empresa Pública del Suelo de Andalucía, Rafael Márquez. «Nos dijo que iba a revisar el expediente, cosa que hace ese mismo día, y nos dice que todo está en marcha. Nos dijo que estaba perfecto y que lo único que faltaba era la firma para comenzar la obra», recuerda María García.
Era 3 de noviembre. Tres meses y medio después el documento sigue sin ser firmado. «Le rogué que no me engañara porque si no tenía que empezar hasta comenzado este año al menos sabría a qué atenerme pero me dijo que no, que estamos en crisis pero que para las cosas urgentes como ésta sí hay dinero», añade. Aquel compromiso tenía, incluso, planeamiento temporal de la llegada del dinero a manos de los vecinos: el 50% del coste de las obras sería ingresado de inmediato y a principios de año el otro 50%. Pero el tiempo pasa sin que nada de ello ocurra.
Apoyo vecinal
Paradójicamente son los más débiles de este procedimiento los únicos que han puesto dinero en estas obras: la comunidad de vecinos abonó hace un año el permiso de obras al Ayuntamiento. «Los demás vecinos están preocupados pero los que vivimos allí somos nosotros», dice por su parte María Reyes quien no se atreve ni a decir al médico de su marido asmático en qué condiciones vive: «Yo ya no sé si pedirle papeles al especialista porque lo primero que nos va a decir es que de allí tenemos que salir rápido».
El apoyo vecinal se nota en cualquier caso. Agustín de la Flor recuerda que hasta los propios representantes de la Junta reconocen que no es mucho dinero. «Si eso es así y, encima, lo primero es lo urgente como dicen... ¿cómo es que esto se está perdiendo en el tiempo?»
(La Voz, 21-Febrero-2011)
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