Entre la inoportunidad de una reforma laboral socialista deplorable (basta con escuchar a los sindicatos) y una huelga general convocada a destiempo (cuánto se ha esperado un pronunciamiento de las centrales contra política económica tan incapaz) intenté ubicar un posicionamiento personal nada fácil para este 29 de septiembre.
A José Manuel Trillo y Pedro Alemán les hice ver mi aliento a una medida en la que, para este día de hoy, ya anunciaba que mi huelga consistiría en contar la huelga. Pero, en mi disquisición propia, le rubriqué mi esperanza de que esto sirviera para algo. Y, aunque no podía negar mi excepticismo, lo cierto es que mi pragmatismo siempre apunta a la esperanza.
Pero ciertas contradicciones claman al cielo. Y ni siquiera hace falta que haya pasado el mediodía para lamentar ya la incongruencia de unos piquetes tan capaces de cruzar de la puerta de garaje de Cojetusa a la acera de enfrente para desayunar en un conocido bar como de entrar a saco en otro de la calle Larga con actitud amedrentadora.No era eso, queridos sindicalistas, lo que esperaba de vosotros cuando cruzaba palabras con Trillo y Alemán hace unas semanas. Y eso que ya entonces preferían decir barbaridades como que la huelga iba contra la derecha, cuando la empresarial no ha dicho esta boca es mía (que la reforma es cosa de ZP) ni la política es la que ha legislado al respecto.
En medio de mis disquisiciones, avanza este 29-S. Y no paro de comprobar que es la 'huelga de las puertas entornadas'. O sea, no sólo no se ha paralizado el país, que sería lo único que permitiría hablar del éxito de una convocatoria de huelga general, sino que, además, hay mucha más gente trabajando de la que parece.
He visto bares, centros de salud, colegios, agencias de viajes, copisterías o centros laborales de todo tipo, con la puerta semi abierta o cerrada pero con luz dentro o gente 'jodida' porque no la dejaban desayunar a gusto o autónomos que han cogido su coche (pese al rótulo del negocio en el lateral) o actitudes no especialmente prestas a perder el día.
Algo no funciona en este país cuando quien quiere ejercer su derecho a trabajar ha de hacerlo con las puertas entornadas. Algo no funciona en esta Democracia si, encima, los líderes sindicales se dedican a hacer brindis al sol, exagerar con las cifras de participación (ya han comenzado) o intentar hacernos comulgar con ruedas de molino. Qué pena de país.
BRAVO!!!
ResponderEliminarGabriel, suscribo totalmente cuanto dices. Me di un paseo esta mañana y me pareció lamentable los de La Canilla... En fin, los sindicatos podrían haberlo hecho infinitamente mejor. Y sí, hay miedo, esa es la palabra: entre comercios dándose el "chivatazo" de por donde vienen. El sistema que tenemos no es bueno. Definitivamente, debemos mejorar.
ResponderEliminarAmen hermano Gabriel, Amen...
ResponderEliminarComo dijo un ciudadano de a pie ayer en la TV, esto de las huelgas generales es un anacronismo que ya no tiene sentido...
PD: Por cierto no hay derecho a que pongan una huelga el dia de tu santo joder....