miércoles, 26 de mayo de 2010

Querido Pepe Antonio


Su altura lo definió en lo físico y su altura lo hizo siempre, también, en su condición de hombre de bien que, dedicado al magisterio o a los asuntos propios de toda piedad popular que se precie, supo poner lo mejor de sí en cada sitio.
Pepe Antonio González de la Peña se nos fue mientras esos rocieros a los que supo seguir por las arenas con su 'Romerito', como llamaba a aquel 'landrover' de color claro, rezaban el Ángelus en Marismillas. Allí mismo se anunció su muerte.
Le llegó sin aviso, pese a molestias de salud anteriores, una guadaña tan capaz de ir por derecho a por él como de dejarnos sin nuestro decano en la información cofrade y rociera. Y yo no sé si he sabido reaccionar aún a semejante óbito.
No lo sé, Pepe Antonio. Dije lo que pude por la radio cuando el Camino se tiñó de negro. Las arenas de La Carbonera, en la primera noche sin ti, habían encontrado sentido a su secular tizne. Quién nos lo iba a decir. De luto por ti, querido amigo.
Pero no había escrito nada todavía. Bien que lo siento. No había periódico alguno en el que tuviera, este año, encomienda informativa alguna en la Romería. Tenía esa necesidad de volcar, mal juntando letras, aquello que ahora satisfago en mi blog.
Querido amigo. Aquellas 'bundesfiestas' que tu imaginación llenó, en Doñana, de noches deliciosas de patés rebuscados y todo un muestrario de salchichas del mundo siguen vigentes en mi memoria. Como tantas otras minucias tan propias de ti.
Pequeñeces quizá sin importancia fueron aquellas que dieron la razón a cuantos dicen que, al final, la diferencia, sea cual fuere el tema del que tratemos, está en los detalles. Y los tuyos fueron, y son allá en el cielo, de la categoría con que sembraste tu entorno.
Ahora, Pepe Antonio, nos quedamos sin tu Pregón de la Semana Santa. Aunque recordamos el tuyo del Rocío en La Concha. Ahora, Pepe Antonio, perdió el Coto tu singular estampa. Pero se nos quedó grabada para siempre como referencia colectiva.
¿Qué harán ahora los tuyos más cercanos? ¿Que harán tus monjas de Montealto? ¿Qué tus hermanos del Huerto? ¿Qué aquellos otros de La Granja? ¿Y Chipiona? ¿Y los rocieros? ¿Y hasta el del kiosko al que comprabas ese tabaco que no había forma que dejaras?
Hará mañana una semana de tu muerte. Y seguimos sin entender nada de lo pasado cuando en la pasada Semana Santa aún no sabíamos nada especial de tu salud y te vimos disfrutar de las estaciones de penitencia.
Descansa en paz, Pepe Antonio, querido amigo. Y no olvides a los que no te olvidamos.
(COPE, editorial en 'Carrera Oficial', 26-05-10)

1 comentario:

  1. Gaby, me parece uno de los homenajes más bonitos que he leído...
    Un abrazo, lo suscribo todo, absolutamente todo.

    ResponderEliminar