
Y pese a la falta de un paréntesis verdaderamente carente de propuestas, llega septiembre con su invitación a poner el cuentakilómetros a cero. Eso es el inicio de cada curso, alegato -ineficaz casi siempre- para que toda una perorata de buenas intenciones sean formuladas si se tercia. Pero no seré yo quien las dé por abortadas antes siquiera de que ustedes las conviertan en posiblidad esperanzadora de un tiempo mejor.
Los niños comenzarán el curso escolar la próxima semana. Las familias se afanan en normalizar su ritmo de vida. Y las cofradías tienen por delante retos irrenunciables. Que Dios reparta suerte.
(La Voz, 30-08-09)
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