martes, 8 de septiembre de 2009

Conversaciones mercedarias II: Felipe Ortuno, comendador


Asume el rol de promotor de la devoción a la Virgen de la Merced con convicción encendida, con apasionamiento nada disimulado. Como Dios, y su Madre, manda.
-Felipe, ahora quizá nos haga más falta la Merced de la Virgen que en otras ocasiones. ¿Se ha notado esto en la Basílica a lo largo del año?
-María de la Merced es la expresión femenina de la Gracia de Dios en Jerez. Y eso siempre hace falta. La Basílica quiere ser la expresión material de ese espacio abierto de misterio fundante, entresuelo sagrado que une a Dios con la tierra. Incluso decimos que es la casa de la Madre de Jerez. ¿No es suficientemente expresivo? Sí, se nota el rumor del Jerez orante entre estos muros, en ese manto tan besado, en ese camarín...
-¿Y se obtiene lo que se pide a María Santísima?
-Siempre se alcanza, si sabemos pedir lo que nos conviene. Mi experiencia aquí es de admiración y aturdimiento por todas aquellas cosas de las que me voy enterando, por las gracias que se van derramando, sencillas respuestas de Dios para quien sabe leer la historia de la gracia en su vida. Si abriéramos los ojos a la fe, veríamos cómo se derrama la respuesta de Dios por María. Sí, rotundamente sí, con el corazón en la mano. María no defrauda nunca.
-Pero esta sociedad ha perdido la costumbre de pedir. ¿No?
-Esta sociedad está muy pagada de sí misma. Con la soberbia del materialismo tosco y ramplón ha creído que todo lo puede, que nada escapa a su análisis racional y científico. La soberbia ha vuelto a tomar el fruto prohibido, ha vuelto a creer que es Dios. Y nuestras manos tienen un recorrido muy corto. Pedir y rogar supone un sentido de la trascendencia, que no de la dependencia. Pedimos porque estamos abiertos a otra dimensión, otra posibilidad. Afortunadamente hay un grandioso número de anónimos orantes con conexión con el más allá.
-¿Ser Patrona le confiere una capacidad especial para concedernos?
-Pedir con fe, intimar con Dios, ésa es la verdadera capacidad especial. El ser Patrona es el modo como expresamos la protección, el favor y la defensa de aquella por quien mediatizamos nuestra peculiar manera de expresar nuestra fe, aquí, allí, o en Sebastopol. El patronazgo encarna la historia de nuestro ser en un lugar y en un contexto sin el cual tampoco nos entenderíamos a nosotros mismo. La fe pura es necesariamente inexistente, a no ser que pase por el tamiz de mis pequeñeces intrahistóricas, desde donde me interpreto y reinterpreto mi ser, mi pueblo, mi todo. Casi me atrevería a decir que la fe pura es necesariamente imperfecta.
-¿Y en la actualidad, aprecia que haya otras devociones que dificultan el reconocimiento de las mercedes que siempre tuvo para los jerezanos la Patrona?
-Estrictamente hablando ninguna devoción debería disminuir el interés hacia la Patrona. Los sentimientos en la fe no dividen nunca, siempre se complementan. El error viene cuando entramos en competencias, en influencias, en grupúsculos, en representaciones, en protocolos, en deseos de figurar en las primeras páginas, en querer ser nosotros los pomposos del momento utilizando a la Virgen como excusa de nuestras ocultas intenciones sociales. Hay quien desearía que le sacasen a él en procesión y no a la Santísima Virgen.
-Hace seis años de aquel giro hacia una procesión que, por la vía de los costaleros, encontró una mayor participación de los jerezanos. ¿Qué balance hace?
-Se trataba simplemente de inculturizarse en el sentimiento del pueblo. Se oían voces, se reclamaban nuevas formas, se pedía una encarnación con el ser, el modo y la forma. ¿Ha contribuido ello a una mayor participación? Sin duda que sí. El cambio era necesario. Ahora bien, el cambio lleva a otra cosa. Ése es el tema. Nosotros ponemos cauce y quisiéramos agua limpia y clara que saciara nuestra sed. El que la Virgen salga por costaleros o con ruedas ya ha pasado; ahora queda el hecho más importante: ¿Cómo pasar la imagen al corazón? ¿Cómo darle culto en espíritu y en verdad?
-Hace poco más de un año que se nos fue el Padre Jesús, tan activo difusor de las grandezas de la Virgen. ¿Qué hay de esa biografía que ha trascendido que se prepara?
-El Padre Jesús no se ha ido nunca, ya es imposible que se vaya, ha quedado para siempre impreso en las pupilas de Nuestra Madre de la Merced, Reina y Patrona de Jerez de la Frontera, como solía llamarla él. Cuanto más tiempo pasa, más testimonios me llegan de ese hombre de Dios que atravesó por nosotros como flecha divina, como una bocanada de aire fresco en medio del bochorno. Su sonrisa amplia, su mirada profunda, su ser así, tan de todos no se ha ido, no se irá jamás de este pueblo que tanto quiso, y que tanto recibió de él. Por ello, y a instancias de su querido amigo Salvador Gutiérrez, periodista suficientemente conocido por todos, ha nacido la genial idea de poder novelar la apasionante vida espiritual de este hombre que pasó como regalo de Dios.
-En una semana tendremos ya en marcha el novenario que nos llevará hasta le fecha de su salida procesional. ¿Hay alguna novedad digna de ser tenida en cuenta este año en los cultos preparatorios?
-Siempre es novedad celebrar ese novenario que encandila a sus devotos, ese olor a espíritu y nardo que inunda el cielo de Jerez. Siempre es novedad encontrar la mirada viva de Nuestra Madre. Estoy seguro que la predicación del Padre Ismael Maroto Carabaño con su dicción profunda y elegante elocuencia llenará el espacio interior que nos ayude a sintonizar con el espíritu, con la emoción, con Dios en definitiva. Acudid, no os vais a defraudar. Estoy seguro.
-¿Y la procesión, qué detalles debemos tener en cuenta este año?
-Por fin llenaremos la calle de la Merced con la presencia de la Señora, por fin miraremos el cortejo enfilado hasta Santiago y el cortejo la podrá mirar a Ella. ¿No es suficiente? Regresaremos por su misma calle, y es allí donde, antes de la recogida, Oscar Torres pronunciará el Fervorín, esa oración hecha sentimiento que congrega la emoción del último suspiro.
-¿Qué diría a los jerezanos para que la festejaran como se merece?
-Que no se vayan al Corte Inglés de Sevilla. Que enarbolen su fe y salgan a recibirla por los rincones de la ciudad. Que acudan a las celebraciones que se tienen durante la mañana. Que sea Jerez un hervidero de adoradores gozosos, de fe y amor a su Patrona. Que hagan sello de honor de ese caché tan propio y añejo que distingue a un pueblo de otro. Casi ocho siglos de Merced en Jerez es decirlo todo.

(La Voz, 06-09-09)

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