miércoles, 23 de septiembre de 2009

Recordarás, Merced


Recordarás, Señora de la Merced, cuando en las noches de aquellos sabaditos de los años setenta veías aparecer, por la basílica, a un niño curioso que, de la mano de sus padres y acompañado por sus hermanos, descubría y disfrutaba del siempre fragante aroma de tu casa.
Recordarás igualmente, Virgen morena, cómo gustaba aquel crío de buscar, levantando la cabecita, a los niños, algo mayores que él, que te cantaban desde el coro revestidos del hábito mercedario con la esclavina roja. José Mercé andaba ya por allí apuntando las maneras flamencas hoy en día tan admiradas.
Recordarás, seguro que sí, Patrona, como preguntaba a su padre, aquel niño que comenzaba a sentir en mercedario, sobre aquel extraño crucificado de una de las capillas -«el quinto descoyuntado» lo llamaba mi padre- que, quedaba meridianamente claro, no era tu Hijo. O también, claro. Como todos nosotros.
Recordarás, Madre mía, que fue ante tí que aquel crío comenzara a aprender a cantar la Salve Regina en latín. Casi antes, seguramente, de que la educación lasaliana que me aguardaba hiciera el resto al respecto de la formación religiosa que, por empeño de mis padres, atesoro por siempre, gracias a Dios.
Recordarás todo ello y pensarás que apenas si voy a verte ahora. Y yo tendré el manido achaque del mucho trabajo que me asedia. Recordarás cuanto pudo la voluntad sencilla de un obrero y una ama de casa y, quizá, me incites a preguntarme porqué no estoy a la altura de aquellos progenitores entrañables. Hoy es el día en el que no acerqué tanto a los míos como ellos, mis padres, hicieron conmigo en aquellas noches de los setenta. Y, sin embargo, María Santísima de la Merced, el compromiso con un sentimiento mariano acendrado, profundo, enraizado inexpugnablemente en el corazón, sigue clamando tu nombre.
Renovar el espíritu de aquel descubrimiento infantil es el propósito cuando tan difícil nos lo ponen. Ave María de la Merced.

(La Voz, 20-09-09)

1 comentario:

  1. Cada post en los que hablas de vivencias entrañables de tu niñez me acerca más a ti y me confirma al hombre al que tanto admiro.
    Seguro que le transmites a tus hijos tanto como tus padres a ti y ellos sabrán seguir tu ejemplo.

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