domingo, 4 de enero de 2009

Mi carta a los Reyes Magos


No sé porqué sigo creyendo en sus ilustres majestades. La verdad. Pero, lo cierto, es que no lo puedo evitar. Creo en los Reyes Magos -ustedes, a la sazón- como creo en la esperanza en un mundo mejor. Creo en Melchor, Gaspar y, sobre todo, Baltasar -que para ello fue siempre mi preferido- del mismo modo que creo, más bien estoy seguro, que 2009 no podrá ser peor que el año que acaba de finalizar. La esperanza, que dijeron una vez que es lo último que se pierde en una frase que tanto hemos manoseado después, alimenta, queridos monarcas, esa fe que ahora me anima a poneros estas líneas en el buzón de la ilusión. Espero que no me la extravíen ni la desidia ni el materialismo ni el pragmatismo ni la envidia ni el rencor ni... Lo cierto es que los riesgos de que alguno de esos 'villanos' -en el sentido más peyorativo aplicable a esos contravalores- son grandes. En ella va mi petición de salud. Si se recupera Manolito, y sigo encontrándomelo en la calle, su explicación gestual de lo buen locutor y pregonero que él cree que soy constituirá para mí el mejor regalo. En ella va una reclamación de que no llueva el Miércoles Santo -ni el domingo ni el lunes ni...- y si así fuera este año el extraordinario sabor de mi penitencia valdrá, seguro, por lo que será la nueva Semana Santa y por lo que dejara de ser la anterior. Tampoco falta en mi carta, queridos Reyes Magos, la solicitud de un pastor que nos escuche y que, consecuentemente, dé continuidad a cuánto el que se nos podría marchar en breve ha hecho por las cofradías. Da igual, querido Andrés que lo pides en tu 'Cofrademanía', que venga sabiendo o no que queda por coronar la Esperanza. Nosotros le explicaremos cuán importante es, para nosotros, mantener esa expectación de Madre que, aplicada a nuestra vida, ya nos salva con sólo sentirla.
(La Voz, 04-01-09)

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