El 'marinerito ramiré' viaja en autobús

Foto de Javier Fernández

Guirnaldas y alguna pintada decorando el vehículo, un plato de roscos caseros que la conductora ofrece al que sube, la botella de anís cuyo reparto es más discreto con el autobús en marcha y una zambomba son suficientes para que la genuina zambomba jerezana, que sufrió la necesaria actualización a la que la sometió la desaparición de los viejos corralones en los que nació, haya encontrado el lugar más extraño en el que desarrollarse.
El autobús con el que Linesur atiende el transporte público de viajeros de pedanías y barriadas rurales, las líneas P-6 y P-7, repitió en la tarde de ayer la experiencia que se estrenó de modo espontáneo el año pasado. 'Zambomba Bus' lo llaman y va camino de institucionalizarse pese a que no es sino «el resultado del buen ambiente que tenemos a diario con los usuarios», explica Inmaculada Mármol, conductora del autobús.
El recorrido es el habitual. Ni más ni menos. Y cumpliendo, además, con el rigor de sus horarios. Pero el interior es otra cosa. Repite sin embargo la conductora, quien recibe a los viajeros con gorro navideño y trenzas postizas, que el tono alegre no dista demasiado del buen rollito creado en base a la fidelidad de la clientela. En cualquier caso, los usuarios rurales sin coche no disponen de otro modo de acudir al casco urbano.
Eran las seis de la tarde cuando la llegada del vehículo a su parada de Las Angustias contrastaba, cargado de ambiente pese a que aún no iba lleno, con la desangelada tranquilidad dominical del lugar a la caída de la tarde. Pero, en el interior, todos iban a lo suyo. «Incluso vamos a sortear un jamón por el camino», añade Inmaculada ofreciendo un numerito para la rifa.
Hoy todo vuelve a la normalidad pero ya ayer hacían planes para el año que viene. La celebración navideña es algo muy serio y requiere organización. Máxime si la zambomba va sobre ruedas.
(La Voz, 20-Diciembre-2010)