domingo, 26 de diciembre de 2010
La penúltima solidaridad de la plantilla de la fábrica de botellas
El caso del niño Marcos Carribero, quien en la actualidad se encuentra aún en Estados Unidos pendiente de recuperarse en un hospital de Boston de las graves cardiopatías congénitas ante las que tanto se ha sensibilizado toda la ciudad con diversas iniciativas, se suma a Cartonajes Tempul, Puleva o Delphi que, en su momento, recibieron el apoyo de los trabajadores de Vicasa en Jerez.
Del mismo modo que la solidaridad a la que ya nos tiene acostumbrados la plantilla de los trabajadores de la fábrica de botellas se convirtió en su momento en decidida adhesión en estos otros casos de recordados conflictos laborales, ahora ponen a disposición del chico jerezano con severos problemas de salud un total de 4.000 euros con los que ayudarán en tan especial tratamiento.
Esa importante cantidad se corresponde con la práctica totalidad de un fondo de uso social y recreativo que obtienen, durante todo el año, de la explotación de las máquinas de café y otras iniciativas en la fábrica. Pero ahora no ocultan que, un año después del apagón del último de los hornos que quedaba en funcionamiento, llegan a preguntarse si habrá próxima recaudación solidaria.
«Cuando, en vísperas del apagón industrial, terminábamos una jornada de trabajo nunca nos gustaba decir que acabábamos de hacer la última botella, sino que la llamábamos la penúltima», reconoce uno de los 38 empleados que aún restan. Por ello ahora hablan de «la penúltima solidaridad». Y en esos términos adoptan ahora esta decisión sobre la asignación mencionada.
También Cáritas de Las Viñas
Explica Inmaculada Becerra, la actual presidenta del comité de empresa de Vicasa, que ese dinero «lo utilizábamos unas veces para algún compañero que tuviera alguna necesidad, otras para algún viaje o un apartamento que tenemos para los trabajadores y este año estábamos pendientes de si íbamos a comer juntos o lo dedicábamos a alguna otra opción que teníamos».
Destinarlo al tratamiento y estancia en el extranjero de Marcos Carribero –junto a una parte menor para Cáritas de Las Viñas– mantiene a la plantilla en la línea de una intención social que ya es histórica. Su empeño ante los problemas de los demás no es nuevo. Por ello, seguramente, cosecharon un apoyo tan importante de los jerezanos cuando les tocó a ellos hace algo más de un año.
«Nosotros siempre hemos estado comprometidos con el pueblo de Jerez en todos los temas sociales, sindicales, hemos intentado apoyar a todos los trabajadores de Jerez y, aunque ahora hemos quedado bastantes menos en la fábrica, intentamos mantenernos en esa línea», indica con satisfacción Inmaculada Becerra convencida de que hacen lo que deben.
Hasta el 26 de noviembre del año 2009 eran aún 140 trabajadores los que tenía la fábrica de botellas. Ese día se detuvo el último horno que mantenía la actividad de la fabricación de vidrio hueco. Para entonces las negociaciones que condujeron al expediente de regulación de empleo ya estaban en marcha. «Ahora solo quedamos 38», apunta, tres menos de los que habían de quedarse.
Prejubilados o en Alcalá
¿Y el resto de trabajadores que tuvo Vicasa en Jerez? «Están estupendamente», dice Inmaculada. Fueron 44 los que se prejubilaron y 28 los trasladados a la fábrica de Alcalá de Guadaira. La crisis del sector de la vid hizo que la multinacional francesa abandonara una producción arrastrada a cifras que, como decía la empresa, no hacían rentable el mantenimiento en la ciudad.
«El horizonte es incierto y los trabajadores tenemos una inquietud que no nos terminamos de quitar», reconoce Inmaculada Becerra. Otra cosa es que pueda decirse que la asignación social de este año vaya a ser la última. «Esperamos que no», dice cruzando los dedos. Pero la situación, al menos la de la economía general, no ayuda al optimismo.
Con todo, un año después de que quedara apagado el último de los hornos de la planta ubicada entre las avenidas de Arcos y Los Alunados, aún pueden seguir pensando en los demás.
(La Voz, 25-Diciembre-2010)
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